La observación confirma la afirmación de estudiosos de psicólogos, según la cual actuamos como pensamos y que el cambio de actitudes tarde o temprano influye en las ideas.

Es útil reflexionar acerca de la actitud de suficiencia, que lleva al encerramiento; actitud que hoy incide más que ayer. Después de la revuelta de jóvenes en París, ha crecido el número de quienes pretenden que la sociedad acepte que las instituciones, en las que existimos, han surgido gracias a nosotros y solo a nosotros. En otras palabras: no nos debemos a alguien; nadie depende de nosotros. Que cada generación forje solo su presente.

Descubro tres, más que ideas, actitudes resumidas por estudiantes y maestros de la Universidad de París, en el eslogan “Prohibido prohibir”, en 1968.

1ª Transmitir el patrimonio cultural en la educación a hijos, o a estudiantes; transmitirles convicciones sería imposición de valores, como el fascismo. Como si el huérfano creciera mejor sin la ayuda de sus padres. Nada nace de nada. ¿ Se puede negar que los padres, los maestros, los libros ayudan a ser, a crecer, a prepararse (notemos bien) a dar un aporte a la sociedad en su camino?

Recibir y dar; dar y recibir. La cultura es el humus que fomenta el desarrollo de personas libres y responsables en una sociedad.

2ª Cosificar la cultura, reduciéndola a un fardo, como el hecho, y ofrecido por Google. Se ignora que la cultura es obra permanentemente renovada por personas conscientes y libres en una sociedad en movimiento. Es como la Palabra de Dios, entregada (Tradición) en la Comunidad cristiana (Iglesia), para iluminar el camino. Es acogida para ser comunicada, no para ser guardada, estérilmente. En cuanto es acogida, va siendo reentregada, comunicada. A diferencia de los valores depositados en una caja fuerte, la Palabra de Dios, mientras más es entregada y acogida, más suscita la fe y más ahonda la cultura. Quien recibió la propuesta de fe la entrega desde su experiencia en el camino hacia la casa del Padre.

3ª ¡Individualismo radical! Cada uno forje su presente y futuro desde cero. El individualismo es un mal viejo: “Ande yo caliente y ríase la gente”. Ojo: el vacío de raíces, el menosprecio de la cultura y la pretensión de individualizarla crean el vacío, que se está llenando con la violencia, con eslóganes nihilistas. El mencionado vacío reduce la educación a la técnica; da importancia a enseñar a hacer cosas. Por no contar con el pasado, para aceptarlo, o rechazarlo, la enseñanza se orienta a hacer cosas y no a acompañar el crecimiento de las personas (especialmente con el ejemplo).

Los jóvenes en esta nueva etapa no deben ser desheredados de la experiencia. Esta es resumen de los bienes recibidos y acrecidos por sus padres. Desheredarles es debilitarlos, también, para ser gestores de una nueva sociedad. Los desheredados de la experiencia, vistos desde otro ángulo, son desheredados sin culpa; son rebeldes sin causa. La experiencia no es ciencia; pero es abono para renovarla y acrecerla. ¡Ojo! Orientar la educación exige reflexión y libertad de ideologías. (O)