… es lo que gasta (corriente y/o inversión) diariamente el conjunto del Gobierno ecuatoriano (sin contar el IESS como debe ser). ¡60.000 dólares cada minuto de cada día! El 80% se cubre con aportes diversos nuestros (impuestos, tasas, aranceles, etcétera, y además petróleo, que recordemos es de los ecuatorianos, no del Gobierno), y el resto con deuda, por eso necesitamos alrededor de 6.500 millones anuales, 18 millones diarios (además de lo requerido para pagar deudas anteriores). Esta cifra es más que suficiente para ver que debemos modificar ese Gobierno. Pero hay más razones.

La razón principal parte de 2 conceptos: productividad y costo de oportunidad. La productividad nos dice que debemos utilizar de la mejor manera los recursos para generar más valor, sea económico (más y mejor producción de bienes y servicios), de entorno social (educación y salud, por ejemplo), o institucional (ejemplo justicia). El costo de oportunidad nos dice que debemos ver dónde, en el sector público o privado, se usan de mejor manera los recursos y existen mejores alternativas. Sobre esta base podemos preguntarnos: ¿esos 88 millones diarios los usa el Gobierno de manera útil para generar productividad? Y la respuesta es evidentemente: no, una parte no despreciable se utiliza en actividades inútiles, de baja productividad o incluso negativa (que no generan valor y además impiden a los demás hacerlo). Y la otra pregunta: ¿una parte de esos recursos se los utiliza mejor en el Gobierno o estaría mejor en manos privadas? Y la respuesta es evidentemente: una parte no despreciable estaría mejor en manos de la gente.

Si estamos de acuerdo con los planteamientos y conclusiones anteriores (usted puede no estarlo, estimado lector), entonces ¡es evidente que el Estado no puede seguir gastando esos 88 millones diarios ni seguir endeudándose en 18 millones al día! Debe existir un plan que permita una reducción drástica en los próximos 3 a 4 años, ¡pero empezando hoy y cumpliendo objetivos! Frente a esto, el comentario es generalmente: no se puede hacer porque colapsaría la economía, se perdería la actividad y el empleo que genera el Gobierno. Y la primera respuesta evidente es: cuando hay actividades inútiles y de baja (peor negativa) productividad, hay que eliminarlas. Eso lo hace o haría usted en su hogar o su empresa, ¿por qué entonces todos pueden y deben hacerlo, menos el Gobierno? Esas actividades no son un empuje sino un lastre para la economía. El Gobierno aparentemente está generando empleo y actividad (eso es lo que vemos), pero en realidad está destruyendo el desarrollo de mejores actividades alternativas (las que no vemos porque se ha impedido su florecimiento). Es un enorme error creer que si una parte de los recursos ya no fluye al Gobierno, la economía colapsa. Esos recursos fluirían hacia el sector privado, e incluso (es esencial) aparecerían nuevos recursos porque hay un mejor entorno y horizonte. Y a esta mejora privada se agregaría que el Estado con menos recursos debería centrarse mejor en las actividades que sí debe cumplir. En lugar de sumar y restar (terminando frecuentemente en negativo), estaríamos sumando y sumando.

(O)