Fue lo constante en la década del correato. Irrespetar no es solo tachar con agravios, sino también utilizar o querer hacerlo.

Dayuma y Petroecuador. El 30 de noviembre de 2007 debía instalarse la Constituyente de Montecristi. Asistiría a la inauguración, y lo hizo, el presidente Uribe de Colombia, quien insistía en que no se permita que el norte del Ecuador sea territorio de descanso y reaprovisionamiento de las FARC y de corredores de droga. Correa se consideraba más hábil que Uribe para manejar el statu quo de protección a las FARC, supuesto que eran combatientes y no terroristas. Los hechos posteriores, hasta nuestros días, no son materia de esta columna.

El Ecuador para la Constituyente debía estar en paz.

Sin embargo, por incumplimientos de Petroecuador en el sector amazónico de Dayuma, provincia de Orellana, se produjo un paro pacífico el 26 de noviembre. La orden de Correa fue utilizar a la Fuerza Pública y arrasar a la población civil de Dayuma, como que se estuviera en guerra. Removió al presidente ejecutivo de Petroecuador, Carlos Pareja Yannuzzelli, y le entregó su gestión a la Fuerza Naval, invocando Estado de emergencia en que debe intervenir la Fuerza Pública. Todo se produjo el 29 de noviembre de 2007.

Ese encargo –que se prolongó hasta marzo del 2010– siempre fue inconstitucional, al tenor de la Constitución de 1998, en que se produjo, y de la siguiente del 2008; primero, porque no se estaba ante una emergencia que debía asignarse a una rama de las Fuerzas Armadas, ya que era por un problema de administración de una empresa estatal; y, segundo, porque constitucionalmente una declaratoria de Emergencia no debía durar más de 60 días, prorrogables por 30 días. En el caso duró casi 27 meses.

Mientras podía utilizar a las Fuerzas Armadas, Correa se desbordaba en palabras elogiosas. En diciembre del 2007 decía “los valerosos soldados ecuatorianos significan el mayor bagaje de patriotismo, de sano nacionalismo, de honradez con que cuenta la Patria…” (…) “con nuestras FF.AA., vamos a transformar la historia de oprobio y entreguismo, hacia la Patria, libre, digna, altiva y soberana”.

Obediencia y no sumisión. Las constituciones de 1998 y 2008 repitieron el texto de que la Fuerza Pública es obediente y no deliberante “con estricta sujeción al poder civil y a la Constitución”.

En gobiernos autocráticos y totalitarios, quien asume ser el Estado, lo de obediencia –que se refiere a instituciones y en el marco de la Constitución– lo deforma a sumisión de militares y policías, casi como forma de esclavismo.

Primero se los halaga –lo hicieron Mussolini, Hitler, Chávez– y de ser posible los someten, pero en paralelo arman bandas armadas bajo su mando directo. Hoy lo vemos en Venezuela y en Nicaragua.

Correa intentó lo primero, no faltó la sumisión de algunos, pero también debió enfrentar la dignidad de otros. Lo de las bandas quedó como un intento larvario en que no pudo avanzar.

La dignidad de los no sumisos se sustenta en el principio constitucional de que las autoridades de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional serán responsables por las órdenes que impartan; y, respecto a estas y a su personal, “la obediencia a las órdenes superiores no eximirá de responsabilidad a quienes las ejecuten”. (Art. 159 de la Constitución vigente).

Las diferencias. El año 2009 ya se dieron algunas diferencias entre Correa y las Fuerzas Armadas.

Entre estas, por recibir seis Mirages de Venezuela para que sean aviones de entrenamiento de la Fuerza Aérea del Ecuador. Nunca volaron. Resultaron chatarras, acumulando el Ecuador este basurero.

Con la Fuerza Aérea el problema de equipamiento se agravó, adquisiciones sin verificación de calidad y repetidos accidentes de los helicópteros Dhruv. Al principal denunciante, general Gabela, lo amenazaron. Fue asesinado el 19 de noviembre de 2010.

En agosto del 2010, la Asamblea –por presión de Correa– en la Ley de Servicio Público, alteró derechos establecidos de personal de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional sin tomarlas en cuenta. Los mandos medios y bajos reaccionaron al 30-S. En los espacios de las Fuerzas Armadas, el entonces ministro Ponce logró controlar la situación, ofreciendo no represión, lo que luego no cumplió Correa. En la Policía, al haber irrumpido Correa se produjo el escalamiento de violencia, con el desenlace trágico, innecesario y criminal, de muertos y heridos en el personal de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional; y, luego la represión irracional. Un informe de los hechos se forjó con falsedades, recientemente hechas públicas.

Luego se afectó gravemente a los institutos de Seguridad Social de ambas instituciones, más al de las Fuerzas Armadas.

Los procedimientos para designación de mandos fueron burlados, con la muletilla de Correa de que no permitiría “otro Estado dentro del Estado”.

Los buitres llegaron después. Era diciembre 15 de 2009, Correa en ceremonia de la Fuerza Naval, sobre su gestión en Petroecuador, expresó: “Los buitres de siempre tratarán de volver...” y lo hicieron los suyos con él, en su presidencia, y no solo limitado a Petroecuador. La Patria lo está sufriendo. (O)