Estupor y angustia están causando los cambios en el Centro Gerontológico Municipal Arsenio de la Torre Martillo (siempre creí que era un aporte más del buen trabajo de nuestro alcalde, ahora dicen que lo mantiene el Gobierno central, asunto que no creo).

Con el nuevo cambio de dirección se ha enviado un ‘acta de compromiso” que debe ser firmada por cada persona y entre otras dice lo siguiente: respetar las disposiciones reglamentarias de dicho Centro (las personas deben firmar sin conocer el reglamento). Aceptar cambios de grupos y horarios ¿a base de qué criterio? Imagínense, las que van son personas mayores que al hacer amistad y acostumbrarse a su entorno amistoso de repente las cambian a otro grupo; eso las desestabiliza. Les han dicho que ellas deben ser “productivas”, aprender labores que luego deben ser vendidas y generar utilidad; todas fueron felices a cumplir actividades manuales, musicales, ejercicios; ahora deben coser, tejer..., vender, aunque no sean aptas para eso deben “producir”. Conozco personas que dicen, “he trabajado toda la vida y ahora no quiero que me impongan deberes y asistir al ciento por ciento del proceso de evaluaciones e inducción, con peligro de que si fallo me sacan del Centro Gerontológico porque hay 2.000 personas esperando cupo para entrar; eso es tortura psicológica”. Tengo amigas de 70 años que se valen por sí solas, pero deben escribir 40 páginas de deberes y 40 palabras en quichua, si no lo hacen pierden puntos. A mis amigas les sugerí pedir una cita con nuestro alcalde Jaime Nebot y exponerle sus inquietudes; él va a comprender, ¡no es posible tergiversar una obra social y humanitaria!(O)

Martha Jurado Rodríguez,
Guayaquil