Me refiero en esta carta a la opinión del distinguido jurista Emilio Romero Parducci, en su publicación en el Diario EL UNIVERSO “El narcoterrorismo y el equipo periodístico de El Comercio”, específicamente en el número del texto en el que dice: “7.- La inocente provincialización de Santa Elena, que, en su momento, obligaría a designar o a nombrar toda clase de autoridades nuevas, especialmente fiscales, jueces penales y autoridades relacionadas con el control de las drogas, para que tuvieran a su cuidado, en lo que a ellos respectaría, todo ese inmenso perfil costanero y sus aguas, por las que ahora, de cuando en cuando, surcan “submarinos caseros” con la mercadería del caso y embarcaciones de pescadores convertidos en “mulas”; sin contar las famosas avionetas fantasmas”; al efecto, permítanme puntualizar lo siguiente:

1.- El desarrollo de los pueblos no puede ser objetado como una mera “inocentada” devenida del poder político; si Santa Elena no hubiese alcanzado la categoría de provincia, aún tuviéramos las calles polvorientas que apenas eran irrigadas por viejos tanqueros enviados desde Guayaquil en época de campaña política.

La acepción de “inocente provincialización” aplicaría a la sucesión de quienes antes de ser provincia fueron empresarios en quiebra y que ahora en el poder tras 25 años de administrar el poder político provincial y cantonal, son, constituyen los nuevos ricos de la provincia.

2.- Las designaciones de autoridades por el Consejo de la Judicatura en sus cuestionados concursos de méritos, sean estos para jueces y fiscales, han recaído por regla general en magistrados de cualquier rincón de la patria bajo el sofisma de “igualdad de oportunidades”, a los que siguen nombrando con excepción a los profesionales peninsulares, no por falta de capacidad sino que a esos puestos debía nombrarse al familiar del político que ocupaba unos de los poderes del Estado.

3.- Si en las costas del Pacífico surcan “submarinos caseros”, no es eso necesariamente el origen del problema de la neoprovincia de Santa Elena, es el resultado del narcoterrorismo que azota a Colombia y la región, sumado eso sí a la plena y consciente complicidad del expresidente ecuatoriano Rafael Correa.

Es mi deber como habitante, como ciudadano peninsular, aclarar que la provincia de Santa Elena no nació como una “inocentada” sino por el clamor, ante la falta de atención política de un pueblo con un potencial de desarrollo, y que lastimosamente aún no alcanzamos la plenitud de explotar el potencial turístico y petrolero que tenemos porque los gobiernos seccionales no han alcanzado a comprender la oportunidad que les hemos puesto en sus manos.(O)

Marco Jacho López, magíster en Derecho; La Libertad, Santa Elena