Busqué con emoción cifras de empleo porque el presidente había mencionado que en este trimestre se crearon más de 100.000 empleos. ¡Qué bueno, si muchos están mejor, todos estamos mejor! … Oh!, desilusión, la realidad no es tan brillante. Tomo como referencia marzo 2018 frente a diciembre 2017 (ciertamente, en el primer trimestre normalmente se deteriora el mercado laboral luego de Navidad, lo cual da un poco de esperanza hacia adelante). Tenemos 80.000 personas adicionales en la Población Económicamente Activa, además 70.000 que han perdido empleos adecuados y 100.000 subempleos menos. Y lo conseguido por esas 250.000 personas son básicamente 110.000 empleos no remunerados (ejemplo, alguien en una tienda pide a la hermana que le venga a dar una mano, pero no le puede pagar …¿es un empleo?) y 140.000 “otros empleos no plenos” (subempleados que no tienen como objetivo mejorar…). Resumiendo: tenemos 40.000 subempleados más y cerca de 110.000 desempleados adicionales (una parte de los empleos no remunerados). Como señalaba, esto podría mejorar en próximos meses por inercia, pero una sustancial mejora solo se puede lograr con la economía creciendo por encima del 5% anual, y eso no lo vamos a alcanzar con el modelo actual derivado de diez años (muy malos) de “Revolución”.

Inflación. Hemos pasado estadísticamente de deflación (baja de precios) a una ligerísima inflación (alrededor de 0,1% de aumento de precios en los últimos meses). Pero en realidad seguimos en deflación, porque el INEC no mide correctamente los saldos, rebaja, promociones, etc., que hay constantemente en el mercado, ni tampoco algo importante: las empresas migran hacia productos de menor valor. Esta deflación es parte del proceso inevitable de ajuste luego de la burbuja que produjo el correísmo; infló la economía sacando recursos a todos (impuestos, petróleo, deuda, Banco Central, IESS, etc.). Es inevitable pero complicado porque bajan los precios, lo que permite mantener o aumentar ventas, pero hay muchos costos que no bajan en la misma proporción (salarios, servicios, costos financieros, etc.) lo que afecta seriamente los márgenes de operación que constituyen el motor de los negocios.

Deuda. Las cifras siguen en el limbo. Tomemos diciembre 2016. Hay cuatro cifras: la llamada deuda consolidada, que según el Gobierno era 26% del PIB; la suma de la deuda externa e interna, que según el Banco Central era 38%; cifras del FMI del 42%, y el informe aún no oficial de Contraloría que llega a 65% (¡vaya diferencias!). Y para inicios del 2018 tenemos la deuda consolidada en 33%, la suma de cifras del BCE 48% y un informe de Jorge Gallardo 63%. ¿La realidad? Quizás 65% a 70% del PIB… Lo único cierto es que hemos sobrepasado la ley y seguirá creciendo. Solo eso es ya suficientemente malo.

NOTA: Cambio de Gobierno en Cuba. Ojalá se reconozca (aunque sea casa adentro) que el sistema es un fracaso y que hay que caminar hacia una economía de libertad. Estemos claros: el liberalismo con sus múltiples defectos es infinitamente mejor (ética, económica, socialmente) que el socialismo con sus pocas virtudes (para los que dudan: ¿cuántos venezolanos han emigrado a Cuba?). (O)