Fue el cuadro del Juicio Final que colgaba de la pared del aula de primer grado el que me hizo alejar a mis hijas del cielo y del infierno para siempre. El cuadro era pavoroso: en la parte superior derecha, un ángel huesudo tocaba una corneta que al parecer despertaba a buenos y malos. Los buenos, todos vestidos de blanco, todos flacos y desganados, se encaminaban en fila hacia un cielo frío que lucía por demás aburrido y donde les esperaban la Virgen María, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En la parte media del cuadro, los malos salían de debajo de la tierra, con sus ropas raídas, sus caras lánguidas y sus bocas abiertas en un grito que parecía una mezcla de dolor y miedo. Abajo, las llamas del infierno estaban candentes, entre ellas se podía ver una hilera de diablos, todos con sus trinches dispuestos para dar la bienvenida a esos pobres desvalidos.

El cuadro estaba encima de la pizarra, muy cerca del altísimo techo, como para pasar inadvertido; sin embargo, mis ojos se posaban en él con terror.

Cuando Carito tenía unos 6 años fuimos al santuario de Las Lajas y a ella le llamó la atención el confesionario, entonces tuve que explicarle en tiempo récord lo que era un pecado y la posibilidad de irse al infierno, a ella el confesionario le seguía pareciendo una casa de muñecas y no le cabía en la cabeza que un sacerdote entrara allí. Entonces opté por sentarme adentro y hacer las veces de confesor, mientras ella esperaba arrodillada afuera. Abrí la pequeña ventana y le dije con voz solemne: Hija mía, dime tus pecados, a lo que la pequeña contestó con angustia: Mami, yo y mi hermana vemos una telenovela. Efectivamente, mis hijas a sus 6 y 3 años, respectivamente, ¡se asociaban ilícitamente para ver La quinceañera!

Han pasado unos cuantos meses desde que en el país se condenó a unos cuantos angelitos por cometer el delito de asociación ilícita... ¿y? ¿Qué novedades hay al respecto? ¿Sabemos ya para qué se asociaban ilícitamente? ¿Será que se condenó a inocentes? Podría ser, por ejemplo, que el exvicepresidente y su tío se asociaban para meterse debajo de la cama con una linterna y mirar revistas porno. O para comerse los dulces guardados en lo alto de la alacena. ¡Que no nos tomen el pelo, por favor, señores jueces y fiscales!

Este momento que el país necesita recursos, ya que al parecer todas las medidas tomadas apenas paliarán la crisis y no de inmediato, sino a laaargo plazo. Ahora es cuando exigimos a Lenín Moreno tomar el toro por los cuernos y dejar de alimentar en la cárcel a todos los amigos de Alí Babá. No los queremos presos a Capaya y compañía. Tampoco necesitamos que le corten las manos a Iván Espinel, aunque él mismo lo haya pedido. A todos los hijos de Odebrecht debe obligarles a devolver el dinero que confiesan haber recibido. Hay que recuperar el dinero de los sobreprecios de tanta obra entregada a dedo, de tanta coima. Son 32,5 millones, no lo olvide, presidente.

(O)