¿Que Facebook publique avisos de una página en diarios británicos y estadounidenses para disculparse por el caso de Cambridge Analytica significa algo?

¿Que el aviso sea en blanco y negro, sin fotos, en tipografía sencilla, titular grande y la firma de Mark Zuckerberg (al final) rescata la publicidad científica del tacho de la historia? ¿Y echa tierra a memes, snack-content y videos cortos publicados en los timeline de sus usuarios?

Y, ¿qué es Facebook?, parafraseando a Elon Musk en Twitter. Mi respuesta es que –ahora– se trata de una versión del Storytelling de La Cenicienta en reversa.

Punto de orden. Storytelling no es marketing ni es moda. Existe desde el momento que un homo neanderthalensis pintó las cuevas de La Pasiega en Cantabria hace 65.000 años. Y es la forma correcta de comunicación de las marcas porque (las historias) segregan hormonas y generan experiencias y emociones, como determinó un estudio de Berkeley.

El Storytelling llevado “al límite de aproximación podría/debería promover (pro+movere: mover hacia adelante) al consumidor a ‘hacer’… una suerte de loop íntimo entre marca y consumidor(es) viviendo/haciendo/contando juntos sus experiencias”, dice Iván Sierra.

Las story son como un metalenguaje universal. Todas las historias tienen un héroe y antagonista, una pasión, un conflicto, una trama y una enseñanza. Lisa Cron, en Story Genius, sostiene que nuestra relación con las historias “…no es placer por placer. Es biológico, es químico, es un mecanismo de supervivencia”.

Sin embargo, hay un ingrediente clave: credibilidad.

La credibilidad depende del emisor y del contexto. Por ello no es una sutileza que la carta de disculpas de Zuckerberg circule en medios tradicionales (y no en su propia red). Es más, se constituye en sí en un meme.

¿Qué es un meme? En la definición de Daniel C. Dennet, una unidad de transmisión cultural. Un meme es a la cultura lo que un gen es a la biología.

Que un medio no tradicional (como la red social) utilice New York Times o Washington Post o The Observer para aclarar un tema institucional revela la credibilidad percibida de la palabra impresa.

Que los impresos sean más creíbles que los post de un timeline es una creencia común.

Que el tema publicado en los diarios sea la credibilidad del medio no tradicional es ridículamente contundente.

¿Y la moraleja de la historia? La credibilidad es cuestión de confianza. (O)