Entender si las personas prefieren o evitan los retos, si se adaptan o no a los cambios, si son buenos cumplidores de normas o no, si son capaces de influenciar a otros seres humanos a hacer algo; así como comprender qué los impulse a actuar, cuándo se les hace algo fácil o difícil, si son capaces de controlar sus emociones y el estrés ante los cambios de entorno ya no son el resultado de una elucubración, de la interpretación o del feeling producto de una entrevista o de la percepción al conocer a alguien. Los descubrimientos neurológicos y los avances en los modelos matemáticos, la estadística e informática aplicados a la psicología han permitido determinar objetivamente cómo es la mente humana e interpretar las acciones humanas con una certeza cercana al 100%. Quienes estudian los factores del comportamiento humano y cómo mejorarlos han empezado a llamar a esta ciencia “la ciencia del las personas”.

En la antigüedad Sócrates afirmó que el mayor conocimiento que posee un ser humano es el de sí mismo. Peter Drucker, padre de la gerencia, señaló que la primera administración es la de uno mismo, con sus fortalezas y debilidades, activos y pasivos. En el siglo XX dos hechos significativos marcan el surgimiento de esta nueva ciencia: el viraje de la psicología de estudiar las enfermedades del comportamiento humano a estudiar las potencialidades del comportamiento humano y la creación de las pruebas psicométricas confiables vía online.

El Nobel James Keckman y su equipo de investigadores analizaron los registros del cociente intelectual, resultados de test de personalidad estandarizados y las clasificaciones en distintos niveles educativos de cientos de personas de Reino Unido, Estados Unidos y Países Bajos y llegaron a la conclusión sorprendente de que el éxito de las personas está altamente correlacionado con su personalidad.

Un reciente artículo escrito por Xavier Marcet, experto en talento humano, en el diario español Vanguardia, llevó por título ‘La estrategias son las personas’, destacando una realidad del mundo de hoy: por mejores ideas que tengamos, planes que elaboramos o tecnologías que poseamos, al final del día todo pasa por las personas. En definitiva, las organizaciones sobresalientes basan su éxito en conformar equipos talentosos.

La ciencia de las personas está revolucionando el liderazgo y el management en el mundo, el ochenta por ciento de las compañías Fortune 500 utilizan sus conceptos y evaluaciones para obtener una comprensión más profunda de sus colaboradores y así poder mejorar las relaciones entre ellos, retenerlos y desarrollarlos. En el Ecuador se observa un creciente interés en los CEO por su utilización.

Muy bien podrían incorporarse estos sorprendentes aportes de la ciencia de las personas a nuestro sistema educativo. Hace pocos días fueron las graduaciones de los colegios del régimen Costa, uno de mis hijos se incorporó de bachiller. Y lo que he apreciado en sus años de estudio es que las autoridades educativas han estado más preocupadas por impregnar una visión y una ideología en libros y pénsum, por regular, estandarizar y unificar la forma de educar. Es el momento de repensar la educación en el país para así revelar y aprovechar el talento único de cada persona en pos de llevarlos a niveles superiores. (O)