Hace muy pocos días mi hermano Santiago fue internado en un hospital particular, en donde oportunamente está siendo tratado y esperamos que con la bendición de Dios y las correctas decisiones de los médicos logre superar esta peligrosa y mortal infección del virus H1N1.

Por sugerencias médicas me trasladé la noche del domingo 11 de febrero al área de emergencia del Ministerio de Salud que está ubicado frente al Instituto de Higiene, en la calle Julián Coronel, en Guayaquil, para vacunarme o tratar de hacerlo o informarme al respecto; pero me encontré con la sorpresa de que justo cuando llegué no había algún médico en emergencia que pudiera atenderme. Eso me lo informó un guardia particular, razón por la que un poco forzado ingresé al área de recepción donde un señor me pidió que me siente y simplemente espere, que ya vendría la doctora. Expliqué que no me sentaría y tan solo quería que me diga dónde podía conseguir la vacuna, respondió que ellos trabajan de lunes a viernes, así que debería esperar hasta el miércoles. Preferí retirarme de este dispensario y no pedir peras al olmo.

Por favor, inicien una urgente campaña de información, porque no sabemos cómo actuar y tampoco a dónde debemos ir a vacunarnos.

Es obligación del Gobierno, de todas las autoridades, colegios, universidades, empresas, etcétera, y también de los medios de comunicación manejar una fuerte advertencia sobre los gravísimos riesgos de muerte que este virus produce.

Ojalá esta bien intencionada carta no caiga en saco roto y tengamos que lamentar muertes que con acciones prontas y eficientes, podemos evitar. Es urgente vacunar a todos, para evitar que la epidemia se convierta en pandemia, si es que no lo es todavía.(O)

Alfredo Zunino González, Guayaquil