La perturbación del ánimo producida por ideas fijas que impiden el desarrollo normal del pensamiento, y persisten, se conoce como obsesión.

Es penoso ver cómo hay gente que persiste en ocupar cargos burocráticos o de elección popular para los que no están preparados y tampoco son competentes. La política es una actividad orientada ideológicamente para tomar decisiones y alcanzar objetivos comunes, es el arte de gobernar buscando soluciones para las grandes mayorías. Qué grave es observar la falta de preparación, razonamiento y sentido común de todólogos que defienden “tesis” y “principios” que nunca entendieron, pero que perturban el desarrollo del país y del gobierno. Cuando no se entiende, no se razona o no se actúa con responsabilidad, estamos ante un trastorno obsesivo-compulsivo muy común en políticos desesperados en ocultar sus fracasos, que impiden fiscalizar sus actos para cubrir la retirada de gente corrompida; como quedó demostrado en la última campaña electoral donde se pretendió romper la democracia. Las interpretaciones sobran, son cómplices que buscan sepultar los actos de corrupción para que nadie se entere del origen de sus fortunas, o que son un fracaso como políticos. Muchos entrevistados para debatir temas de interés nacional deberían sentir vergüenza por la mediocridad y falta de conocimientos, esto es una alerta a los movimientos políticos para que renueven sus militancias de improvisados y evitar el ridículo. (O)

Rodrigo Contero Peñafiel, doctor, psicólogo; Quito