“Gobierno y oposición acuerdan trabajar conjuntamente para que se revisen y supriman las sanciones internacionales al país que bloquean capacidades financieras…”. Documento de los cancilleres al finalizar la jornada de negociación del 1 y 2 de diciembre de 2017.

Venezuela, domingo 22 de abril de 2018, 10:30 pm. La rectora principal y presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, en rueda de prensa anuncia los resultados de la jornada electoral presidencial: “Con el 99% de los votos, el candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y único candidato, Nicolás Maduro, obtiene la presidencia para el período 2019-2024”. “Las auditorías”, agrega la rectora, “han sido certificadas por los partidos”, olvidando que todos pertenecían a la misma coalición del Gobierno, el Gran Polo Patriótico.

La prensa especializada resalta el gran ausente en la rueda de prensa: los niveles de abstención. Algunas encuestadoras afirman que según la proyección de los sondeos en boca de urna la participación se ubicó en torno al 20% de los electores.

Un reconocido analista político dijo incluso en una entrevista que se contabilizaron durante el día más venezolanos cruzando la frontera hacia Colombia que en los centros electorales.

En República Dominicana ya no habrá negociación. El diálogo entre el Gobierno y la oposición venezolana ha terminado tal y como comenzó. Si en algún momento hubo alguna esperanza se desvaneció el pasado miércoles 7 de febrero.

Ambos se han retirado, cada uno por su lado. Los acompañantes también se han ido divididos. Unos culpando al Gobierno. Otros a la oposición. Todos convencidos de que ha ocurrido lo peor.

El Gobierno, fracasado en su intento de acceder a los mercados internacionales en búsqueda de financiamiento huye hacia adelante, dirección al precipicio.

Acelera la marcha no sin antes desconectar los frenos. Intentando escapar se encierra en su círculo de ilegitimidad.

¿Cómo acceder a financiamiento internacional? Esa es la pregunta que mantiene despierta a la élite gobernante. Las elecciones, saben, no lo harán.

Al saberse desconocido por la comunidad internacional, adelanta las elecciones presidenciales. El remedio es la enfermedad.

Se escuda en su principal aliado, la desconfianza en el Consejo Nacional Electoral y en voto, creando condiciones electorales inaceptables.

Así, las elecciones cambiaron su significado en Venezuela. Ya no resuelven problemas. Ya no generan consensos. Ya no legitiman. Profundizan los problemas, dividen a la población e incluso son fuente de ilegitimidad.

Por ello no es descabellado pensar que el anuncio de los resultados electorales dé como ganador al único competidor en las elecciones presidenciales, Nicolás Maduro, con el 99% de los votos, la noche del 22 de abril.

Por ello también, la comunidad internacional adelantó sus fichas, desconociendo de antemano los resultados.

¿Cómo acceder a financiamiento internacional? Esa es la pregunta que mantiene despierta a la élite gobernante. Las elecciones, saben, no lo harán.

La oposición, por su parte, tiene una nueva oportunidad para reconstruir la unidad perdida. La unidad de los derrotados. Desechado el diálogo, las opciones se limitan. Las elecciones siguen haciendo ruido interno, pero las condiciones ya no parecen aceptables, ni siquiera para los más temerarios.

Si aquellos que criticaron el diálogo no se dejan seducir por la arrogancia puede que las fuerzas opositoras puedan reunirse nuevamente. No obstante, las preguntas que a ellos embarga son ¿para qué?, ¿qué alternativas políticas quedan?

Reconstruir la voz de la unidad puede parecer pequeño ante la incertidumbre que significa el futuro venezolano. No obstante dado el contexto de desconfianza generalizada, creciente desesperanza, crisis migratoria, hiperinflación y demás problemas que embargan a la población, tener una única voz puede significar un avance importante.

Pues si bien el Gobierno huye hacia adelante, no tiene en el panorama una forma de estabilizarse que no pase por los mercados internacionales. Y la llave que abre esa puerta sigue estando, de momento, en el llavero de la oposición. (O)