Fernando Villavicencio fue bautizado como el “denunciólogo” por el expresidente Correa.

Sus más de 100 investigaciones periodísticas publicadas contra la corrupción lo hacen una figura relevante en el contexto que vive el país. Quise saber más sobre él, pero hay poco en internet, incluso en Twitter, donde su cuenta fue suspendida definitivamente hace pocos días, luego de que posteara información sobre un importante exfuncionario.

Conseguí su teléfono y quedamos de encontrarnos en una cafetería quiteña, llegó puntual, y entre sorbos de café y el ruidoso tráfico de la capital fue contándome su historia.

Nació en Chimborazo, de origen campesino, tenían una vida familiar tranquila hasta que la crisis rural de finales de los años 60 provocó la migración del campo a la ciudad, su padre dejó de ser un campesino medianamente acomodado para transformarse en obrero. Con apenas 10 años, Fernando tuvo que combinar los estudios con trabajos en restaurantes, mecánicas y mensajería.

Su escape fue la poesía, especialmente los poetas tristes, y entre estos, Roque Dalton, con quien se identificaría fuertemente.

Posteriormente entró a estudiar Economía, le habían dicho que el país se cambiaría cambiando la economía, pero el que cambió fue él, al año reemplazó esas aulas por las de periodismo, tal vez sin saber que desde ahí haría su gran aporte para cambiar al país.

En el primer año ya trabajaba en una radio y fundó con un compañero el periódico Prensa obrera, en el que publicaban sus ideas y por el que fueron detenidos al relacionarlos con Alfaro Vive. Después de dos días los soltaron.

Terminando la universidad entró a trabajar en el área de Comunicación de Petroecuador, esa fue la escuela donde aprendió qué era y cómo se movía el petróleo. “Si no tienes claro cómo funciona la economía, no entiendes cómo funciona la política, y en Ecuador la economía es petrolera”. En el gobierno de Mahuad publicó una investigación sobre concesiones petroleras a Occidental, lo que provocó su salida de Petroecuador, pero no el fin de sus investigaciones, las que empezó a dirigir hacia los distintos sectores estratégicos del país, difundiéndolas a través de la revista Vanguardia y otros medios.

La persecución del gobierno de Correa se acrecentó luego de la denuncia del caso Petrobras y el campo Palo Azul. De ahí en adelante la cosa no paró. Nuevas revelaciones de corrupción y los hechos que ya nos resultan familiares, como el desmedido y violento allanamiento a su casa a medianoche.

O cuando tuvo que esconderse junto con Jiménez y Figueroa en Sarayaku, de donde escaparon sorteando el cerco militar, escabulléndose por 14 horas río arriba en una riesgosa y extenuante travesía por selva virgen.

Acortando la historia, hoy debe ser el único periodista del mundo que escribe con un grillete. Sobre su futuro, hay grupos que lo ven como parte del Consejo de Participación Ciudadana y Control social. Lo que es seguro es que seguirá vinculado al periodismo y la lucha contra la corrupción a través de su portal Focus. “No se puede hacer periodismo de investigación fuera de la política, hay que escribir entendiendo que el poder lo atraviesa todo”. (O)