¿Cómo calmar a tanta madre angustiada llorando por agua para sus hijos?; a la comadrona Domitila angustiada por higienizar al neonato y la parturienta; al nonagenario Rosendo, por ese paño mojado reemplazando su baño cotidiano; ¿cómo se puede entender que Esmeraldas, importante puerto productivo exportador de aceite de palma, astillas de eucalipto, cacao, café, plátanos, camarón, pescados, entre otros artículos, con una refinería generando históricos ingresos para el arca nacional, carezca del líquido vital? Algo no cabe en esta ecuación de rabia popular, promesas incumplidas, desesperanza y estancamiento. Se habló de tanta “maravilla”, boom petrolero, bonanza financiera, y la provincia que sufre las consecuencias del extractivismo en aras del “desarrollo”, con desforestaciones, contaminaciones, enfermedades, no posee un suministro estable y decente de agua potable, manteniendo en zozobra a una comunidad enardecida.

El año 2014 el Banco del Estado (BEDE) donó 130 millones de dólares para mejorar la red de agua potable de la ciudad y los cantones Rioverde y Atacames. Las obras avanzan sin la celeridad deseada. El comité de vigilancia ciudadana de Esmeraldas cuestiona la ubicación del actual sistema de captación y el nuevo que construyen a noventa metros. Advierten que la profundidad del pozo en dicho lugar no garantiza un abastecimiento a largo plazo, sembrando dudas en la solución definitiva del problema. Población desesperada, clases suspendidas, sector productivo con pérdidas, encarecimiento del agua envasada, sedientos consumiéndola del río, brotes de enfermedades, reflejan años de quemeimportismo y negligencia político-administrativa transversal. El doctor Carlos Cañizares Cañote manifestó al diario local www.lahora.com.ec haber atendido en su consultorio, entre agosto y septiembre pasados, doscientos casos de diarreas, rotavirus, hepatitis, cólera, dermatomicosis, amebiosis, himenolepiasis, conjuntivitis, ascoriasis, estafilocócicas, entre otras afecciones, advirtiendo una posible epidemia por la falta de agua.

El agua es solo una punta de un iceberg que oculta la subyacente realidad de la provincia transitando entre riqueza y abandono; que tiene altas tasas de desempleo (10,92%), y ocupa el cuarto lugar de pobreza por necesidades básicas insatisfechas (56,3%), según encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Censos del 2014. Esmeraldas carece de una modernización y desarrollo urbano-rural acorde los tiempos, alcantarillado decente, sitios aptos para recreación, transporte remozado, empleo para su gente. Pese a ciertas obras realizadas, faltan caminos interiores adecuados para que los campesinos saquen sus productos, trasladen sus hijos a la escuela, a personas mordidas por culebras hacia centros asistenciales, donde algunas veces no encuentran sueros antiofídicos para salvarlos.

Quienes excusan su incompetencia en la supuesta vagancia esmeraldeña, olvidan que veintitrés negros y negras liderados por Antón y Alonso Illescas, hace 465 años, dieron origen a este indomable y sacrificado pueblo de pescadores, obreros, catanga, machete y garabato, dinamizando un puerto de gran importancia económica nacional. Esmeraldas es un sector de gran potencial humano, económico, geográfico y turístico, pero no ha gozado de décadas ganadas, sino de años de sed, injusticia y desidia. ¿Quienes son los culpables?; la ciudadanía los tiene identificados y sabrá pedirles cuenta. Los esmeraldeños exigen mayor atención para su provincia históricamente marginada. Es hora de ser tratados con la importancia y respeto que se merecen; no como ciudadanos de segunda mendigando un balde de agua. (O)