Traigo a colación el 26 de enero de 1995, fue un día de gloria para nuestras heroicas Fuerzas Armadas ante el ataque peruano.

Obedeciendo la orden de su presidente ecuatoriano el arquitecto Sixto Durán-Ballén, de: “Ni un paso atrás”, los soldados del país vindicaron (defendieron) en los campos de batalla el honor de su accionar bélico, ante la desproporcionada presencia de hombres y material; tal como fue en la agresión peruana de 1941, cuando Perú compró armamento a Estados Unidos por $ 1’888.726, mientras que Ecuador bajo la presidencia de Carlos Arroyo del Río temeroso de que los militares lo depusieran, apenas había adquirido $21.424,52 como documentadamente muestra en su libro Del Amazonas en 1830 al Cóndor en 1941, el investigador Francisco Sampedro, que explica que Ecuador a lo largo de toda la frontera tenía 6 jefes, 43 oficiales y 727 personas en tropa, y el agresor contaba con 23.466 hombres bien apertrechados, que ni aun así pudieron doblegar a nuestros defensores; por lo que ante la mediación de los países garantes acordaron un cese al fuego, lo que Ecuador con honor cumplió, pero del otro lado faltando a la palabra no lo hicieron y solo así pudieron vencernos.

Esto que lo menciono nos explica el porqué el 26 de enero del año 1995 nuestros heroicos soldados de cielo, mar y tierra vindicaron aquella y otras acciones bélicas, cuando con mucho honor, heroismo, entrega y temple vencieron al enemigo.

Y además, por primera vez en cielos de América, nuestros pilotos ecuatorianos de combate derribaron aviones enemigos.(O)

Arturo Sampedro Villafuerte, Guayaquil