Solamente pretendo comentar la entrevista al presidente Moreno en lo relacionado a las materias internacionales que fueron tratadas, concretamente, a eventuales tratados o acuerdos internacionales de comercio y al caso, ya tan manido, pero siempre actual, del hacker Julian Assange, que ha absorbido, más que cualquiera otro, el tiempo de la Cancillería ecuatoriana en la última década. ¡Qué desperdicio!

El presidente mostró su apertura a una negociación comercial con los Estados Unidos, lo cual es un cambio de actitud con la anterior administración que rechazaba esta posibilidad por motivos ideológicos, aun cuando se resignó a suscribir un tratado de libre comercio con la Unión Europea y sus potencias capitalistas. También se mostró abierto a un entendimiento comercial con los países de la Alianza del Pacífico, integrada, inicialmente, por México, Colombia, Perú y Chile. Esto contrasta radicalmente con la posición del anterior presidente que llegó a manifestar que mientras él sea presidente no habrá integración a tal Alianza; más bien procuró una integración con el Mercosur, aunque ni la geografía, ni el monto de los negocios se lo recomendaban. Esta apertura del presidente es conveniente para el país: se trata de conveniencias comerciales, no ideológicas. La integración con los países de la Alianza del Pacífico nos acerca al inmenso mercado de la cuenca del Pacífico.

Aunque no se mencionó en la entrevista, el Gobierno debe pronunciarse sobre la ejecución extrajudicial del policía Óscar Pérez y sus seis compañeros por orden de Maduro. La gran mayoría de América, la totalidad de la Unión Europea, condenan la masacre...

Fue por motivos ideológicos, de presentarse, a la sombra de Chávez, como adversario de la gran potencia del Norte, que ofreció Correa asilo a Assange. El problema de Assange, en efecto, lo heredó el presidente Moreno, y, como lo dijo en la entrevista, le pidió a la canciller encontrar una solución; solución que fue esta fallida, penosa y vergonzosa maniobra de la funcionaria para tratar de sorprender al Reino Unido concediéndole la nacionalidad ecuatoriana al delincuente y pidiéndole a ese gobierno que lo acepte como funcionario diplomático. La negativa fue tajante, e indicando, además, que no se encontraban en ninguna conversación sobre el tema. Con este antecedente, qué difícil, si no imposible, el que el Reino Unido acepte la mediación propuesta por el presidente. Antes ya mencionó esta posibilidad la canciller; pero el que lo proponga el presidente, lo expone innecesariamente. Creo que el presidente no ha sido debidamente informado por Cancillería, que al presente actúa por impulsos ideológicos antes que por un concienzudo análisis a cargo de conocedores del derecho internacional. El presidente mencionó, inclusive, que ya se tiene determinado el mediador. Sin aceptación del Gobierno británico, ninguna mediación es posible; creo que el Ecuador recibirá una nueva negativa, pues este es, para ese Gobierno, un asunto interno, de policía. El hacker, al asilarse, escapó del arresto domiciliario; eso es todo. Pero la negativa, esta vez, desgraciadamente, la recibirá el presidente, no solamente la canciller.

Aunque no se mencionó en la entrevista, el Gobierno debe pronunciarse sobre la ejecución extrajudicial del policía Óscar Pérez y sus seis compañeros por orden de Maduro. La gran mayoría de América, la totalidad de la Unión Europea, condenan la masacre, y, muy probablemente, Maduro será acusado ante la Corte Penal Internacional. El Ecuador debe condenar la masacre. El no hacerlo, lo convertiría en encubridor moral. (O)