El martes 23 de enero, a las 20:00, Cecilia Vera de Gálvez y Cecilia Ansaldo Briones recibirán el homenaje de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, en un reconocimiento público a la trayectoria de estas dos docentes emblemáticas de esa facultad y a sus contribuciones en el campo de los estudios literarios. El acto será en el auditorio Sonia Rodríguez Pesántez de la Facultad de Filosofía. Luego de sus recientes jubilaciones, ambas Cecilias fueron nombradas profesoras honorarias, pero el magisterio de ellas continúa.

A partir de la década del 70, ambas Cecilias posibilitaron, en sus distintas cátedras, las reflexiones más modernas y actualizadas sobre la literatura en nuestro país. En un mundo que por el afán de lucro y renta arrinconaba las humanidades, ellas en sus clases fueron cimentando el papel clave que la literatura tenía en la definición de lo humano y el compromiso transformador de los profesores con el conocimiento. Sin pretender igualar sus trayectorias, estilos y formaciones, las clases de ambas eran comunes porque exigían la argumentación personal, la disciplina del pensar, la lectura metódica y responsable.

Mucho se ha dicho, acaso ligeramente, de que en el Guayaquil tropical es muy difícil entregarse al pensamiento. Todo lo contrario, por décadas, Cecilia Vera y Cecilia Ansaldo incitaron a sus estudiantes a reflexionar, a poner en entredicho conceptos establecidos, a no dejarse consumir por la costumbre, a darle el justo lugar a la teoría. Atentas siempre a las novedades, nunca dejaron de insistir en la importancia de las tradiciones y de las obras y autores cuya validez estaba avalada por el paso de los siglos. Quienes han gozado del privilegio de estar en sus clases y ser evaluados por ellas –soy uno de esos– recordarán siempre el rigor con que regalaban sus observaciones.

Este homenaje es importante por su sinceridad. No es como esas exaltaciones que se hacen a exfuncionarios públicos por los favores recibidos. Cecilia Vera y Cecilia Ansaldo por muchos años han sido auténticas maestras; por eso sus lecciones tendrán larga duración, pues ¿cuántos de quienes fueron sus estudiantes no han adoptado algunos de sus métodos e incluso sus ideas? Es innegable la excelencia que ellas alcanzaron en los cargos que ocuparon, tanto en la enseñanza secundaria como en la universitaria, en sus artículos y libros publicados, en sus conferencias y presentaciones de libros.

Lo que ocurre en las aulas puede ser un misterio. Nadie sabe a ciencia cierta qué está sucediendo en las mentes de quienes hablan y de quienes escuchan. Tal vez por eso este homenaje puede ser una oportunidad para aceptar la importancia de contar con buenos maestros. Cecilia Vera y Cecilia Ansaldo engrandecieron la tarea de reflexionar sobre la literatura, sus contextos y el peso de las letras en los procesos artísticos, culturales y sociales. Ellas le dieron a la cátedra y a los estudios literarios un vuelo que es un estandarte para quienes se declaren sus discípulos. Por los efectos multiplicadores de su enseñanza, una parte de la sociedad admira con gratitud a ambas Cecilias. (O)