En el Ecuador, creo que especialmente en la Sierra, la palabra indio se ha utilizado como peyorativa, “no seas indio” le dice una chica al novio que quiere comprar un libro que a ella le parece cursi. A menos que a usted lo haya traído la cigüeña, todos tenemos algo de indio; sin embargo, seguimos mal utilizando esta palabra. Voy a hacer la del indio, decimos cuando abandonamos un almuerzo o cena inmediatamente después de comer, porque todos afirmamos, sin saberlo, que indio comido, indio ido. Mi hija Mariapaz dijo el otro día: ‘Voy a hacer la del indio posmoderno’, ¿y eso?, le pregunté, pedir la clave del internet apenas llegas a cualquier casa o lugar público, respondió como que fuera obvio. Y es verdad, lo hacemos porque nos hemos dejado atrapar por el internet en general y por las redes sociales en particular.

Términos como “me siguen” o “le sigo” son ahora muy comunes para los usuarios. Yo, por ejemplo, sigo a ciertos políticos y me divierto un montón, me hace una gracia ver con la solvencia que miran la paja en el ojo ajeno, o cómo la vaca no se acuerda cuando fue ternera. A veces también me da vergüenza, como cuando el expresidente puso la foto de una voluptuosa mujer en un ceñido y corto vestido blanco sobre el que tenía escrito la frase VOTA NO, y lo más feo era el comentario del economista: “Para LOS indecisos”.

¿Para qué sirve llenarse la boca con el “ellas y ellos”? ¿De qué sirve hasta permitirse hablar con faltas de ortografía, porque como su uso es tan forzado se presta a equivocaciones? ¿De qué diablo sirve tener un discurso supuestamente igualitario y atreverse a publicar algo así?

Como “no todo lo que brilla es oro”, no todo lo que se publica en las redes sociales, Facebook, Twitter, etcétera, es verdad, entonces yo pensé que ese tuit era falso porque mucha gente inescrupulosa publica cualquier mentira disfrazada de verdad y nosotros, los consumidores, nos la tragamos entera, sin detenernos a pensar si tal o cual noticia cumple al menos con los mínimos requisitos de coherencia y realidad. Era probable que fuera falsa viniendo de alguien que genera tantos resentimientos como él.

Si creemos todo lo que leemos, sin pensar ni por un segundo en la fuente de tal o cual noticia, estamos perdidos, así que averigüé, revisé y resulta que esa publicación machista sí era de él. No soy una feminista radical ni mucho menos, pero soy mujer y me llena de indignación el irrespeto. Me molestan las actitudes de galán de balneario. ¿Para qué sirve llenarse la boca con el “ellas y ellos”? ¿De qué sirve hasta permitirse hablar con faltas de ortografía, porque como su uso es tan forzado se presta a equivocaciones? ¿De qué diablos sirve tener un discurso supuestamente igualitario y atreverse a publicar algo así?

La verdad es que hay que tener mucho cuidado con lo que publicamos, leemos y comentamos, en muchas ocasiones las noticias que se publican son infundadas e irresponsables; o son vergonzosas y desagradables como esta triste campaña por el no, pero somos los usuarios los únicos que podemos razonar la veracidad de las noticias y no difundirlas sin comprobar. Somos los únicos que debemos exigir respeto, porque en las redes, más que en ninguna parte, como decía la abuela: caras vemos, corazones no sabemos. (O)