En plena concordancia con su divisiva mentalidad, el presidente estadounidense volvió hace pocos días a arremeter con sus comentarios refiriéndose a Haití y otros estados como “países de mierda”, de acuerdo con la revelación hecha por el diario The Washington Post; a la expresión que se vertió en medio de una discusión con legisladores que pedían restaurar los beneficios de protección temporal para los inmigrantes de Haití, El Salvador y países africanos revocados en los últimos meses, debe sumarse la sugerencia hecha por Trump de que Estados Unidos autorice el ingreso de más inmigrantes de naciones como Noruega, y no de personas que provengan de esos otros países.

Como era de esperarse, tales comentarios provocaron de forma inmediata un rechazo generalizado inclusive de los propios partidarios republicanos, a quienes les cuesta aceptar los perturbadores límites que transgrede diariamente el gobernante estadounidense; Trump se vio obligado a admitir que el lenguaje empleado en la reunión fue duro, pero que no había dicho nada despectivo respecto de Haití, país con el cual dice mantener una fantástica relación. En realidad, las expresiones de Trump sobre ciertos países no son nuevas: hace pocos meses insinuó que todos los haitianos que llegan a Estados Unidos tienen sida, mientras que en otra ocasión refiriéndose a los nigerianos dijo que “sería mejor que vuelvan a sus cabañas en África”. El portavoz de los Derechos Humanos de la ONU en Ginebra advirtió que son comentarios escandalosos y vergonzosos y que resulta intolerable denigrar de esa forma a países, pues es una validación del racismo y de la xenofobia.

En ese contexto, me pareció importante revisar si existían en los últimos tiempos comentarios de personajes a nivel mundial con sesgo despectivo en referencia a nuestro país, y en realidad no hay, al menos públicamente, un registro de expresiones de ese tipo; paradójicamente una de las opiniones más controversiales respecto del Ecuador la dio hace pocos años el ahora ciudadano ecuatoriano Julian Assange cuando en el marco de una entrevista con la cadena CNN dijo que “el Ecuador es insignificante”, en el momento que se le preguntó por qué evitaba responder preguntas sobre la libertad de prensa en el gobierno de Rafael Correa, habiendo también señalado que “su gente ha sido muy generosa conmigo”, pero que nuestro país “no es un actor mundial importante”. Naturalmente después de la torpeza que dijo (y que seguramente en su momento le salió de una profunda convicción) trató de insinuar que sus palabras habían sido sacadas de contexto y que nunca quiso decir lo que efectivamente mencionó.

Es decir que el Estado ecuatoriano ha concedido la nacionalidad ecuatoriana a un individuo que más allá de todo el problema legal que lo rodea, tenía una opinión, por decir lo menos, impertinente respecto de nuestro país. En un contexto distinto, la opinión de Donald Trump y los “países de mierda” no se distancia del comentario de Assange del “país insignificante”. La diferencia radica en que mientras los que han recibido la ofensa del presidente estadounidense lo repudian con vigor, aquí el desatino de Assange es honrado sin pudor. (O)