El Gobierno se inició en 2017 declarando deseos de implementar la austeridad, pero logró una brecha fiscal que ha incrementado en un 43%, lo que implica que el endeudamiento público aumentó considerablemente.

Ya es usual que el Gobierno subestime los gastos y sobrevalore los ingresos. Varios analistas independientes advirtieron acerca de la estimación demasiado optimista de la recaudación tributaria. También varios advertimos que la supuesta política de austeridad se iba a quedar en mucho ruido y pocas nueces: de hecho, se quedó en mucho ruido y nada de nueces, pues el gasto público aumentó. El rubro de gasto en bienes y servicios de consumo (viáticos y otros para el funcionamiento de la burocracia) creció en un 10%, el gasto en sueldos del sector público se incrementó en un 3%. Pero el rubro que más creció fue aquel de pagos de intereses de la deuda, cuyo monto aumentó en un 30%. Todo este caos fiscal aporta malas señales.

También, el Banco Central estima un magro crecimiento de 2% en 2018. Esto es poco porque significa que recién tres años después –2015, 2016 y 2017– volvimos al tamaño del PIB de 2014. Se percibe peor aún si consideramos las cifras per capita. En 2014 el ingreso promedio de los ecuatorianos llegó a $ 6.382 y esto cayó a $ 6.153 en 2015, a $ 5.917 en 2016 y no logra recuperarse al nivel de 2014 aun aumentando este año a $ 5.988 (según la nueva estimación de crecimiento del PIB en 2017 presentada esta semana por el BCE de 1,5%). Si crecemos a un 2% en 2018, todavía no llegamos al nivel de ingreso promedio de 2014, apenas a $ 6.110. Esto indica que si todo sigue igual, el ecuatoriano promedio podría llegar a cumplir al menos cuatro años estancado.

Pero también hay algunas buenas señales. El Gobierno ha tomado algunas decisiones acertadas en cuanto a la política exterior y comercial. Francisco Carrión fue designado embajador ante EE.UU. y ha demostrado en sus primeras declaraciones una renovación importante de la política exterior del país haciendo énfasis en buscar “puntos de encuentro” con el Gobierno de EE.UU. en lugar de antagonizarlo con cuestiones que poco tienen que ver con los intereses nacionales. Estas incluyen el asilo de Julian Assange en la embajada ecuatoriana en Londres, asunto que Carrión cuestionó el mes pasado por considerarlo un perjuicio en la relación con EE.UU. En el frente comercial el ministro Pablo Campana demostró el interés del Gobierno en un acuerdo comercial con EE.UU. similar al de la Unión Europea. Finalmente, el presidente decretó que Ecuador aplicará políticas de cielos abiertos, fomentando una mayor competencia, lo cual favorecerá no solo al turismo, sino a la economía en general.

Otra buena señal proviene de afuera. La economía mundial tiene muy buenos prospectos de crecimiento, en particular las economías de EE.UU. y la Unión Europea, que son nuestros principales socios comerciales.

Hay que sopesar las buenas y las malas señales. Ojalá sea un buen año a pesar de mantener el Gobierno muchas de las políticas fracasadas del anterior: las restricciones a las importaciones y a los movimientos de capitales, y la elevación de impuestos y del gasto público. (O)