Al final, el año no terminó tan mal. Al menos en lo político. Hoy vivimos momentos, hechos y cambios que nunca pensamos que sucederían. No imaginábamos que el mismo Lenín que el 24 de mayo estrenaba banda presidencial alabando los logros de su antecesor, el mismo que dijo en su discurso de posesión que “los pueblos hacen la historia, pero los líderes aceleran los procesos. Esta revolución tiene un líder: Rafael Correa Delgado… Algún día podremos narrar con orgullo a nuestros hijos y nietos. Decirles que fuimos testigos presenciales de esa leyenda”, ese mismo ahora le da la vuelta a la historia liderando el proceso de descorreización del Estado ecuatoriano y de limpieza de tanto sinvergüenza que nos dejó la década robada.

El 2017 fue un año de buenas sorpresas. Los últimos titulares en las noticias quedan como testimonio de aquello que ni soñábamos hace un año: “Jorge Glas sentenciado como culpable a 6 años de prisión en el caso Odebrecht”, “Jueza ordena a Carlos Ochoa que se disculpe por sanción a Teleamazonas”, “Asamblea Nacional aprobó que solo la banca privada y cooperativas administren dinero electrónico”, “Prisión preventiva para Ramiro González”, “Fernando Villavicencio entregó a José Serrano una denuncia sobre supuestas irregularidades en el manejo petrolero”. Noticias impensables cuando las garras del abuso y la corrupción correísta tenían secuestrada la política ecuatoriana.

Faltan algunos titulares que esperamos lleguen en el 2018. Falta la victoria del Sí en la consulta popular, para acabar con las pretensiones de esos locos por el poder de quedarse para siempre como su héroe Fidel. Falta que caigan los corruptos de los contratos petroleros y tantos negociados más. Falta que Correa responda ante la justicia como responsable de una década de abuso y desfalco sistemáticos desde el poder. Y falta, más que ver a los corruptos enfrentar la justicia, ver a los ecuatorianos salir adelante en sus vidas.

Para eso, hay mucho por hacer. Que Lenín nos sorprenda el 2018 en lo económico como nos sorprendió el 2017 en lo político. Que se aleje del fracasado estatismo correísta y empiece una nueva era de apertura comercial, de libertad para emprender, de estabilidad, de seguridad jurídica.

El 2017 marcó el inicio del desmantelamiento de la maquinaria correísta. El año 2018 deberá concluir este proceso que tanta falta le hace al país. Y para eso el primer paso es la consulta popular. Si Lenín gana su consulta, ganamos todos. Hasta el 4 de febrero todos los esfuerzos de gobiernistas y opositores que quieren un país libre y distinto al del correísmo deben empujar unidos por el Sí. Esa es la prioridad. La única. Después de la consulta que vuelvan las críticas y la oposición frontal al Gobierno. Pero no todavía.

Latinoamérica camina hacia gobiernos coherentes, dejando atrás el nefasto legado del socialismo del siglo XXI. Este será un año decisivo para unirnos a ese camino democrático, alejado de caudillismos. Descorreizar al Gobierno, las instituciones y la sociedad es una prioridad si queremos un país libre y con aspiraciones de avanzar.

Correa y todos sus compinches deben enfrentar la justicia el 2018. Y Lenín debe dar el giro en lo económico que el país demanda. Sería un gran año. (O)