Sin ninguna resonancia el máximo organismo de las Naciones Unidas que se preocupa de la alimentación mundial acaba de emitir un llamado alertador al conjunto de la sociedad, empresas y gobiernos, recabando mayor y más intensa atención para enfrentar la incontenible propagación de tres plagas y enfermedades que afectan cultivos y crías, que pondrían en serio peligro la provisión de alimentos y las fuentes de empleo de millones de habitantes en todos los estratos productivos. Si bien la FAO no es un organismo de respuestas científicas o técnicas a los problemas fito y zoosanitarios, sí es una autorizada voz de alta trascendencia política y respetabilidad capaz de sacudir la conciencia de los estados hacia una más sentida dedicación frente a un inminente peligro agrario.

Nos referimos a los daños que está provocando al cultivo de maíz el conocido gusano cogollero y sus congéneres, y al banano y sus parientes la enfermedad conocida como mal de Panamá, RT4, ambos tremendamente destructivos, presente el primero en todas las regiones productoras de la gramínea; y, la segunda en las musáceas, incluyendo al plátano, causando desolación en el sudeste asiático, extendiéndose ahora mismo al Medio Oriente, Mozambique y Asia meridional, amenazando con su irrupción y propagación exponencial a las lozanas y desprotegidas plantaciones de América, que de llegar a poseerlas su difusión sería rápida y desastrosa.

En maíz, se trata de una devoradora larva de un insecto capaz de engullir inmensas superficies, con enorme capacidad de multiplicación y avance, al punto que habiéndose originado en nuestra América tropical y subtropical, migró hacia África a principios de 2016 y ha avanzado a varias zonas de ese continente, socavando la base alimentaria de 200 millones de empobrecidos habitantes, con pérdidas de cosechas estimadas en 4.800 millones de dólares anuales. Ecuador sufre periódicamente su devastación, sumándose en el 2015 la secuela dañina de virus coaligados presentes en semillas híbridas importadas incluidas en los kits de los programas ministeriales, sin que hasta ahora se haya establecido responsabilidades de un hecho delictivo que llevó a la ruina a muchos sembradores maiceros.

La tercera y no menos temida peste es de carácter viral, extermina ovejas y cabras, por ventura aún no ha sido reportada en América Latina, se observó por vez primera en Costa de Marfil extendiéndose velozmente a 70 países africanos, Medio Oriente, Europa y Asia, lo cual significa el 80% de las poblaciones mundiales de esos pequeños rumiantes, donde, al decir de la FAO, dejaría sin alimentos a 300 millones de familias de paupérrimas comunidades, dependientes de ese tipo de crías.

La FAO reclama reacción de insensibles gobiernos y donantes particulares para hacer frente a estos males transfronterizos, pero su tarea continuará solo con fracasadas recomendaciones preventivas, cuando la única solución es investigar hasta encontrar individuos resistentes a esos males; entre tanto, los bananeros ecuatorianos observan pasivamente la inacción pública y la indiferencia de los mayores beneficiarios del negocio, las grandes cadenas de supermercados extranjeros, mientras el mundo consumidor de la fruta más barata del planeta, temeroso de su inminente destrucción por mal de Panamá, grita a un infinito sin respuesta “qué haremos sin banano”. (O)