Guayaquil está volviendo a ser esa ciudad sucia y maloliente que desgraciadamente fue en el pasado.

En casi todas las esquinas del casco comercial y bancario, abajo y alrededor de los recipientes de aluminio colocados para la recolección de basura, vemos las huellas de líquidos acumulados con los que barrenderos del sector supuestamente limpian las baldosas del piso, cuando en realidad ensucian y contaminan el ambiente. Es evidente también alrededor de los tachos y al pie de los postes la acumulación de basura que ciudadanos desaprensivos arrojan sin esperar el paso de los vehículos recolectores. También en las calzadas existen huellas asquerosas de miles de chicles, escupitajos... No ocurre únicamente en el casco comercial, en el interior y los exteriores del Mercado Central y calles aledañas, aparecen los tachos llenos de basura, líquidos contaminantes y pestilentes que ahuyentan a los clientes. Y qué decir de decenas de ciudadelas como Las Acacias, La Pradera, Fragata y demás del norte y sur donde vecinos inconsecuentes sacan a sus animales a realizar sus necesidades en las calles, parques y jardines, perjudicando a todos. No olvidemos a los chamberos que riegan basura en las calles. Las autoridades tendrán que implementar remedio, no permitir que Guayaquil vuelva a ser esa ciudad de décadas atrás, cuya mala imagen y condiciones insalubres creíamos superadas.(O)

Teófilo Villón Barros, Guayaquil