La contaminación atmosférica por el uso de motores de combustión interna en vehículos de transporte es un tema por décadas estudiado en países desarrollados, especialmente de la Comunidad Económica Europea y los Estados Unidos. En Europa en 1992 entraron en vigencia las normas Euro que regulan la contaminación por motores de vehículos a gasolina y diésel; se establecieron los valores máximos de emisiones a la atmósfera, los contaminantes que se consideran en los análisis son: monóxido de carbono, óxido de nitrógeno, hidrocarburos y partículas. Los compuestos de azufre no se los consideró en la norma porque directamente se establecieron niveles máximos de este elemento químico en los combustibles que se expenden.
Para detallar la calidad de los combustibles se usan normas internacionales de calidad, de la gasolina y el diésel, en acuerdo con los fabricantes de vehículos, pues son los responsables de fabricar automotores que cumplan dichas norma. A nivel internacional existen 5 calidades de gasolina y 5 calidades de diésel, están detalladas en el documento “Worlwide fuel charter”, cuya primera edición salió en el año 1998. En el documento existen dos parámetros claves, el contenido de azufre y el nivel de limpieza, que los cumple América Latina solo para las calidades más bajas, y hay pocos países que están en nivel medio. Ecuador debería por lo menos apuntar al nivel 3 (nivel 1 es la calidad más baja y nivel 5 es la mejor calidad en la cual están Europa y Estados Unidos, en gasolina y diésel). La calidad 3 en gasolina menciona un octanaje mínimo de 91, contenido de azufre de 30 ppm, y nivel de limpieza intermedio de ISO 18/16/13. El parque automotor antiguo puede seguir trabajando con octanaje de 87. La calidad 3 del diésel menciona un contenido de azufre máximo de 50 ppm y un nivel de limpieza mínimo de ISO 18/16/13. Estos parámetros son los mínimos que se pueden esperar a nivel de las estaciones de servicio de combustible. El caso de los motores diésel es muy particular porque las tecnologías actuales exigen niveles de limpieza mucho mejores que el que estableció la “Worlwide fuel charter” en 1998. Si no se cumplen estos niveles de limpieza el motor tendrá grandes dificultades para operar y ningún fabricante se atreverá a dar garantía si no cumplen las recomendaciones. El problema en Ecuador es que nuestras refinerías no están en condiciones de fabricar combustible diésel con menos de 500 partes por millón de azufre. La única solución al momento es importar diésel de 10 partes por millón, para mezclarlo con el nuestro y obtener un combustible de 50 partes por millón de azufre, pero nuestro combustible es subsidiado, entonces considero que existe justificación para incrementar el precio del diésel; no es para admirarnos, pues en los dos países vecinos este combustible cuesta más del doble que en Ecuador, lo cual incentiva el contrabando.(O)
Kepti Lenin Tinoco, ingeniero químico, Guayaquil