La vida en general la llenamos de ritos.

Dicen mucho más que el gesto que se hace en ellos, son simbólicos y superan a las palabras. Sobre todo si los ritos no son formulismos vacíos de contenidos. Las fiestas de Navidad, las graduaciones, muchas comidas y encuentros, las bodas, son ritos.

El hecho de votar es un rito. Es el levantarse pensando en ir a votar, elegir el vestido, cuidar los colores, mirar qué augura el cielo: lluvia, sol, frío, calor… llevar la cédula, el esfero, buscar la mesa, hacer la fila, saludar, y con una seriedad hermética dirigirse al biombo que esconde nuestra elección, y con seguridad o con miedo rayar el casillero en el que depositamos nuestra apuesta por el Ecuador que queremos.

Algunos empiezan el día yendo a servicios religiosos, otros prefieren votar primero y luego encomendar a Dios la jornada.

Cuando se va con la familia o los vecinos, las caminatas son más fáciles y menos largas. Y luego entre la incertidumbre y el aburrimiento, los más nerviosos se hacen eco de todos los rumores posibles, otros esperan las noticias con el televisor prendido y los evasivos se van afuera, preparan comidas, juegan cartas, fútbol, y preguntan cuáles fueron los resultados cuando la jornada terminó…

Se asemeja a cuando juega la Selección el último cupo al Mundial: angustia, esperanza, seguridad, incertidumbre. Así como en la cancha alguna jugada magistral o un error monumental define un partido, ningún jugador puede ganar un partido solo. Los resultados no dependen de una persona sino de todas, es un juego en equipo.

Así como cada voto es importante, no se hace nada con un solo voto, tienen que ser muchos. En este caso millones. Y en la votación se nos va la vida, como si fuera la final de la copa mundial de fútbol. Y peor si hay alargues y se define por penales. De infarto.

Pero como dice un meme de estos días, hay que agradecer a Quinteros de que todo el Ecuador se dio cuenta de la importancia de un cambio a tiempo.

Y a pesar de que en los mil primeros años de vida es donde se conforma morfológica, fisiológica, neurológicamente, espiritualmente, psicológicamente el ser humano, como nos acaba de ilustrar el señor candidato por Alianza PAIS a la Presidencia de la República alineándose con Einstein en aquello de que el tiempo no existe y que mil años son como un día y un día como mil años, sí resulta innovador su afirmación de que un ser humano se forma espiritualmente en los primeros mil años de existencia. Esa afirmación es por demás poderosa y original y debe ser tenida en cuenta a la hora de gobernar…

Mantenernos sobrios, atentos, alegres y vigilantes después de la sobredosis de campaña sucia que hacían los “pelotones salidos de los ministerios, de las oficinas públicas, de los cientos de instituciones del Estado que caminaban por selvas, montes y ciudades” como señala el Pájaro Febres Cordero, diciendo horrores del adversario y prometiendo lo que no han hecho todos los años que han gobernado con la mayor bonanza petrolera, será un verdadero desafío.

Los ritos en comunidad tienen una fuerza enorme. El rito de votar para parir el Ecuador con que soñamos lleva en sí todos los riesgos de un parto, pero también toda la alegría y la esperanza de una nueva vida.(O)