Fasinarm está de cumpleaños. Este año se cumplieron los 50 años de su fundación. Cuando vemos pasar vehículos con su logo, que tiene una n desplazada y un sol sonriente, sin preguntar nada sabemos que hay algo especial. ¿Por qué la n anaranjada parece jugar en medio de una i verde y una a celeste cuando el resto de letras es azul?

Lo especial es que brindan asistencia psicopedagógica para niños, adolescentes y adultos con discapacidad intelectual y/o en circunstancias especialmente difíciles. El logo nos transmite esa alegría en el servicio que su personal desborda y que es un remanso cuando los padres acuden por primera vez en busca de orientación, comprensión y capacitación. Un afiche termina de transmitir lo que hacen y cómo lo hacen: mírame, háblame, inclúyeme, escúchame.

La desorientación y angustia se van transformando en esperanza y serenidad y las sonrisas aparecen en rostros de padres orgullosos de llevar adelante una tarea compleja y gratificante en el acompañamiento de hijos especiales.

Fasinarm fue la institución que puso en la agenda colectiva el tema de las discapacidades muchos años antes de que estas se conviertan en programas y proyectos estatales. Fue la llamada de alerta y la pionera en una realidad que se consideraba casi vergonzosa y que tendía a ocultarse. Fue pionera en ofrecer servicios escolares directos, de estimulación temprana y de formación y colocación laboral a las personas con discapacidad intelectual, y privilegió su atención a las familias en situación de pobreza.

Fue pionera en brindar con la colaboración del entonces Hospital del Niño, el Hospital del Suburbio y la maternidad Mariana de Jesús servicios de estimulación temprana hospitalarios, habiendo atendido con ese proyecto al doble de niños con discapacidad que se atendían entonces en la provincia del Guayas.

En cooperación con la Universidad de Guayaquil inició la carrera de Pedagogía Terapéutica de la que se graduaron catorce promociones. Y su fundadora y personal técnico constituyeron parte del esfuerzo por promover, crear y fortalecer la Universidad Casa Grande de Guayaquil.

Han desarrollado 41 módulos instruccionales a través de los cuales han capacitado a más de 58.000.

Han trabajado con gobiernos nacionales y locales, pero si tienen un sello distintivo es la participación de padres y voluntarias, de la empresa privada y de donantes particulares, de la comunidad guayaquileña a través de la participación en colectas y compra de postales navideñas, también pioneras en la propuesta, realizadas por sus alumnos.

Fasinarm se ha posicionado como una institución emblemática de Guayaquil, aunque sus servicios se extienden más allá de la ciudad.

La inclusión que promueven, la atención y escucha de todos que proclaman, esta institución la vive en su trabajo sin distinción de ideologías o elecciones políticas, con una clara opción de servicio a los que más lo necesitan y no tienen recursos económicos suficientes.

Nos ha enseñado que el reconocimiento de la discapacidad y su atención es responsabilidad de todos los sectores de la sociedad.

El 27 y 28 de septiembre, como parte de la celebración de su cincuentenario, se desarrollará un encuentro sobre políticas, prácticas y culturas inclusivas en la Universidad Casa Grande, ocasión para aprender y agasajar a quienes tanto han sembrado y cosechado en la inclusión de las personas con capacidades especiales en la sociedad. (O)