Desde el descampado que marca el acceso se aprecia la generosidad con que la naturaleza llenó de prodigios al sitio arqueológico: los encañonados son profundos pero armónicos; el agua en ríos y lago es suficiente y oportuna; las planicies perfectas para el Castillo del Cacique Duma; y el sol y la luna acuden puntuales a sus respectivas citas, y cuando no están, una bóveda llena de estrellas explica por qué fue un sitio elegido desde siempre.

El legado histórico es uno de los más importantes del territorio ecuatoriano: un abrigo rocoso, una cueva sobre un montículo en cuyas proximidades están las defensas naturales y los sitios de caza mediante la técnica del despeñadero. Un acogedor sitio de unos cinco metros de alto por ocho metros de ancho en cuyo piso la historia habla.

El sitio consta en varios libros de historia del Ecuador y en otros de arqueología, donde se lo identifica como la Cueva Negra de Chobshi, el testigo de la presencia humana en el periodo Precerámico, diez mil años atrás.

¿Suena imponente e importante? En los libros, sí; pero a más de la belleza natural de este paraje, poco se ha hecho para darle el valor patrimonial con el que se habla de la historia aborigen de lo que hoy es Ecuador, a los estudiantes secundarios y universitarios.

Ubicado a siete kilómetros del centro cantonal de Sígsig, hacia el oriente de la provincia del Azuay, la Cueva Negra de Chobshi fue descubierta por Gustavo Reinoso, Thomas Lich y Susan Pollock. La evidencia de la presencia humana se reúne en un puñado de herramientas como cuchillos, lascas, buriles, puntas de proyectil y raspadores. “Todas ellas pertenecientes a dos grupos de cazadores; esta cueva, según los estudios realizados, fue utilizada como vivienda por los cazadores ya que en su interior se encontró gran cantidad de cuchillos que servían para descuartizar y descarnar a los animales, al igual que restos de fogatas. Se encontraron restos de animales como dantas, venados, puercoespín, etcétera. Todo esto ha permitido establecer una antigüedad de los restos de 8.400 años, mediante la técnica del Carbono 14”, dice uno de los informes sobre el sitio. Y hay muchos para argumentar su importancia para la memoria histórica de lo que hoy es el Ecuador.

Para “ponerlo en valor” –como dicen los expertos– la comunidad heredera de este legado decidió organizarse para crear el museo de sitio. En torno a un solitario personaje, don Hernán Cabrera, acordonaron la Cueva Negra, reconstruyeron el Castillo del Cacique Duma y demarcaron la caminería que habría sido utilizada en aquella época, un poco con la ayuda del gobierno local.

Además construyeron un museo local para albergar un sinnúmero de piezas que testimonian diversas etapas de ocupación. A más de un curso de administración turística, casi nada se ha hecho desde la parte oficial del Estado para mantener el lugar con la importancia que tiene en el contexto regional: casi diez mil años de historia esperan el reconocimiento de algún ministerio que entienda la importancia de determinar las raíces de los primeros habitantes de la región, incorporarlas a otros sitios de importancia similar y establecer la hoja de ruta de los estudios arqueológicos de nuestro territorio.

La historia está pendiente. (O)