Casi a diario se registra una muerte violenta en la provincia. El crimen ha avanzado a niveles inesperados, tanto que hasta pistoleros, como si estuvieran en el viejo Oeste, han sido captados en las calles con armas de grueso calibre.

Los barrios de las riberas del río se han convertido en foco de violencia, y las balaceras ya casi son parte de la cotidianidad con la que deben vivir los habitantes.

Esmeraldas es la provincia en donde el número de muertes violentas ha crecido de forma alarmante.

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Según un cuadro comparativo, en el año 2021 hubo 83 muertes violentas, mientras que entre el 1 de enero y el 3 de septiembre del 2022, a las 05:00, hay 324.

Además, la tasa de homicidios es de 49,09 %, que se convierte en la más alta del país.

Ni los anuncios de mandar refuerzos ni las marchas que se han realizado para que frenen la violencia han detenido un escenario complicado en la provincia fonteriza con Colombia.

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Para un consultor internacional en temas de seguridad, coronel del Ejército (s. p.) Mario Pazmiño, hay tres factores que inciden directamente en la inseguridad.

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El primero, la presencia ya, en la frontera colombo-ecuatoriana, del cartel del Golfo, que comienza a desplazarse de la frontera con Venezuela hacia el departamento de Nariño, en Colombia.

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“Ahí existe un vector de salida de droga que comprende la provincia de Esmeraldas y el departamento de Nariño”, dijo.

El otro factor —añadió— es que por esa provincia ingresa lo que llamó el “corredor más importante de tráfico de drogas del Pacífico”, que viene desde Colombia y se traslada hacia la provincia de El Oro.

“A territorio ecuatoriano ingresan aproximadamente unas 700 toneladas de cocaína anuales; esto representa básicamente que cada uno de los diferentes puertos tenga una mayor salida de droga”, indicó.

Del puerto de Guayaquil sale un 52 % de esas 700 toneladas; el 35 % sale por el puerto de Manta; 10 %, por el puerto de Bolívar; y 3 %, por el puerto de Esmeraldas, aseguró.

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Además, en esos sectores, las organizaciones tratan de crear espacios territoriales, sostuvo Pazmiño.

Mencionó que se han creado “santuarios”, que son zonas territoriales que están controladas y dominadas por el crimen organizado, lo que no significa que haya retenes de narcotráfico o presencia de guerrilleros, sino que es un espacio en el cual se movilizan esas estructuras y ejercen un control “a sangre y fuego”.

Pazmiño detalló que hay cuatro santuarios: en el sector de San Lorenzo, que conecta con Tumaco; un segundo en Mataje Alto, de paso de droga permanente; y dos más en el sector interno de la ciudad de Esmeraldas, en aquellos barrios desprovistos de atención gubernamental.

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Una lancha con 190 cilindros de gas de uso doméstico incautó la Infantería de Marina, en zona ribereña de Limones, norte de Esmeraldas. Foto: Cortesía Fuerzas Arma

El general en servicio pasivo Wagner Bravo, exjefe del Estado Mayor del Ejército, explicó que, en la línea de frontera, Ecuador está muy contaminado con la droga que viene de Colombia y se la trafica alrededor del país.

“Ahí es cuando comienzan a matarse entre ellos, porque uno que otro tiene que dominar, tener el control de todo ese corredor de movilidad”, indicó.

Desde junio pasado, la Fuerza de Tarea Conjunta Esmeraldas empezó sus operaciones. Está conformada por personal de Fuerzas Armadas. Esa provincia había sido declarada zona especial de seguridad.

El objetivo, según informó el Gobierno en un comunicado, es contrarrestar las amenazas actuales a la paz y seguridad nacional y debilitar el accionar de la delincuencia organizada, el narcotráfico y la subversión que operan en esa zona del país, para devolver la seguridad y tranquilidad a sus habitantes.

A criterio de Pazmiño, se debe incrementar la presencia territorial, pues, si bien se creó esa Fuerza de Tarea Conjunta, esta debería tener en sus filas a unos 10.000 integrantes, entre militares, policías y fiscales, para el control fronterizo y para evitar el ingreso al país de droga, pero también para implementar atención social.

Con la presencia de la Fuerza de Tarea Conjunta —acotó Bravo— se está controlando de mejor manera la zona, y el índice delincuencial estaba en descenso.

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Bravo sugirió conversar con las autoridades colombianas, en los gabinetes binacionales, porque han manifestado que dejarán de erradicar las plantaciones de coca.

“Tenemos que mejorar la calidad de la salud, de la educación, buscar fuentes de trabajo, porque, si los ciudadanos que viven en la línea de Esmeraldas no tienen en qué trabajar, no les toca más que dedicarse a lo ilegal”, sostuvo.

Bravo explicó que en Esmeraldas hay mucha minería ilegal, especialmente en los ríos Santiago y Cachaví; también, tráfico de combustible para el narcotráfico y tráfico de armas y explosivos, así como lavado de dinero.

“Todos los males van aterrizando en la provincia”, opinó Bravo. (I)