La sala es pequeña. Unos 2 metros de ancho por 6 de largo. Dos camillas de metal de 2 metros caben precisas en el lugar, allí colocan los cadáveres. Al fondo hay trajes desechables, una repisa, un anaquel con implementos de trabajo; las paredes del lugar son blancas, limpias; y hay en el ambiente un olor a formol, lo común para sitios como este; las mascarillas hacen lo que pueden.