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Sin un movimiento político propio, Guayaquil ha visto desde hace tres décadas afianzarse localmente al PSC

Desde las organizaciones sociales consideran complejo conformar un movimiento local debido a la inversión económica que requiere y a los requisitos del CNE.

La alcaldesa de Guayaquil, Cyntia Viteri, buscará la reelección por el Partido Social Cristiano en los próximos comicios seccionales de 2023. Foto: API

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En el Registro Nacional de Organizaciones Políticas del Consejo Nacional Electoral (CNE) se enlistan 276 movimientos y partidos nacionales y locales que cuentan con personería jurídica para participar en los comicios; de estos, 25 están en Guayas, pero ninguno como tal en Guayaquil, a diferencia de como ocurre en otros cantones, como Milagro, Durán y Playas, que registran varios a la vez.

El historiador guayaquileño Ángel Emilio Hidalgo dice que esta ausencia de un movimiento local se debe a que en la ciudad lo que ha ocurrido es el fortalecimiento del Partido Social Cristiano (PSC) en las últimas tres décadas, pero que esto ha traído como consecuencia que se haya concentrado solo en la ciudad y olvide el horizonte nacional, al que tuvo alcance desde sus inicios.

El PSC es un partido que no se originó en Guayaquil ni en la Costa ecuatoriana. Hace casi 71 años se fundó en Quito como Movimiento Social Cristiano (MSC), de la mano del expresidente Camilo Ponce Enríquez. En la Costa se afianzó a partir del retorno a la democracia con los liderazgos del expresidente León Febres-Cordero y el exdiputado y exalcalde de Guayaquil Jaime Nebot.

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Sobre la localidad que hoy por hoy tiene el PSC, Hidalgo menciona que se evidencia con su movimiento Madera de Guerrero, que pese a ser provincial desde el nombre se centra más en Guayaquil.

“Antes desde Guayaquil surgían propuestas nacionales. Si vamos al siglo XIX, surgió el Partido Liberal (...), que llegó al poder en 1895 con Eloy Alfaro. Luego otro como el CFP (Concentración de Fuerzas Populares), que promovía un alcance nacional desde la región Litoral”, cuenta, y agrega que esa era una característica que tuvo Guayaquil; pero actualmente hay “una suerte de endogamia política, que hace que se repitan los candidatos en las listas constantemente”.

Henry Cucalón, abogado y exasambleísta, cuenta que en Guayaquil, tras el desgaste que sufrieron los partidos políticos en el pasado, el PSC pensó que había que acercarse más a la comunidad e identificar un movimiento provincialmente, como ocurrió en 2009 con la creación de Madera de Guerrero. Una fórmula que se ha vuelto común en otros partidos a nivel nacional.

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“Si se hacía uno solo por Guayaquil, había que hacer uno por cada uno de los 25 cantones que tiene la provincia”, menciona, aunque reconoce que está marcado por elementos vinculados a la ciudad.

El movimiento Madera de Guerrero cuando fue registrado para participar en las elecciones del 17 de febrero del 2013. Foto de archivo.

Cucalón explica que el Código de la Democracia y la Ley de Partidos Políticos dan la atribución de que puedan existir partidos nacionales, provinciales y cantonales, pero considera que esto no es lo ideal, ya que lo que debería existir en el país son “grandes partidos que representen a fuertes corrientes de pensamiento político e ideológico, y que tengan internamente sus directivas”, como dice que ocurría en el pasado con los partidos tradicionales, como el CFP, Izquierda Democrática, entre otros.

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Esta facultad de poder crear movimientos provinciales y cantonales, según considera, ha atomizado la participación política.

“Tener tantos partidos no es lo recomendable. Se necesita una institucionalidad fuerte alrededor de los partidos políticos, que tengan sus estructuras, que sean institucionalmente sólidos, que no les pertenezcan a nadie. Y ha sido la gran deuda que hemos tenido”, subraya.

En cambio, para César Cárdenas, director del Observatorio Ciudadano de Servicios Públicos, los partidos políticos son vistos como un negocio o una empresa, lo que ha complicado que surjan movimientos locales en la ciudad desde los sectores sociales, a lo que se suman los requisitos impuestos por el CNE para la conformación de un movimiento político.

“Arriesgarse a tener un movimiento político significa tener algo de dinero, porque todo proceso político tiene un costo: se necesita dinero para recoger firmas, equipar a los equipos que van a recogerlas, es decir, para todo; y, lamentablemente, en el caso de las organizaciones sociales, no lo tenemos. Claro que quisiéramos organizar un partido o movimiento, pero esta limitación es gigantesca: para recoger se necesita una inversión de $ 100.000, para tener un movimiento cantonal en Guayaquil”, lamenta.

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Cárdenas cuenta que sí han existido intentos recientes, como el del exconcejal Octavio Villacreses, que inició la recolección de firmas para la creación de un movimiento cantonal, o el de la organización Alianza Social, pero que no consiguieron mayores avances por la falta de presupuesto.

Activistas sociales y del movimiento indígena que residen en Guayaquil en una marcha durante el último paro nacional que vivió el país. Archivo.

Guillermo Leones, presidente de la Confederación Unitaria de Barrios del Ecuador (CUBE), resalta que es importante que desde la población guayaquileña, especialmente de los sectores populares, se haga el esfuerzo para participar en las elecciones.

Coincide con Cárdenas en las limitaciones que existen para crear un movimiento local, y dice que estas hacen que las organizaciones sociales tengan que sumarse a partidos con peso nacional o conocidos, o muchas veces llegar dispersos y favorecer a los partidos tradicionales.

“En Guayaquil el mismo partido por 30 años ha tenido el control de la ciudad y no hay democratización, porque el dueño del partido decide quién va y quién no va”, apunta Leones, y destaca que, a pesar de las limitaciones, algunos partidos tradicionales suelen buscar a las organizaciones sociales —de profesionales, comerciantes, estudiantes— antes de las elecciones para proponerles participar a sus líderes, una oportunidad que no tienen con otros partidos.

“Otros partidos ponen a futbolistas, a gente de la televisión, que no conocen la realidad social de la ciudad”, dice, y menciona que para los comicios de 2023 en Guayaquil se verá la partipación de los sectores sociales en las listas y que esperan que la ciudadanía reflexione y les conceda el voto.

Por su parte, Cárdenas menciona que el contar con movimientos locales en la ciudad podría ser beneficioso, ya que implicaría un cambio para competir con las fuerzas políticas tradicionales e incorporar rostros nuevos. Comenta también que las alianzas de partidos, como Unidad Popular y Pachakutik, que recurren a las organizaciones sociales para buscar candidatos, es algo que se ha vuelto común y que se ha ido fortaleciendo con los años.

“En las últimas elecciones seccionales, Pachakutik obtuvo un 10 % de votos (...). Hay que tener en cuenta que en este momento, si no tienes un número de lista, no puedes competir”, dice.

Ecuador Montenegro (i), médico, fue nominado como candidato a la Alcaldía de Guayaquil por la alianza Unidad Popular-Pachakutik y el apoyo de más de 60 agrupaciones sociales. Foto Cortesía

En tanto, Hidalgo considera que hace falta que Guayaquil retome “el carácter nacional de inspiración que tuvo y que salga del localismo que ha hecho que figuras de la política guayaquileña no trasciendan a ser figuras nacionales”.

Asimismo cuenta que, hablando de partidos nacionales, el último que surgió en Guayaquil fue Alianza País, creado por el expresidente Rafael Correa. En el caso del Movimiento Creando Oportunidades (CREO), que ahora gobierna, lo considera con una estructura más empresarial, que contribuyó a que desde su creación cuente con una estructura más delimitada. (I)

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