Publicaciones de años anteriores de la ahora exviceministra de Educación Alexandra Cárdenas en Twitter, en las que tildó de “vagos”, “feos”, “longos”, entre otros adjetivos, a varios internautas y criticó corrientes políticas que no eran de su agrado, desataron una vez más una polémica en redes sociales y una suerte de campaña de presión en contra del gobierno del presidente Guillermo Lasso buscando que reflexione y tome acciones sobre los elementos que conforman su gabinete.

Las críticas y cuestionamientos surtieron efecto y derivaron en que Cárdenas cierre su cuenta de Twitter y presente su renuncia irrevocable al cargo el miércoles 28 de septiembre, la que fue aceptada por la titular de la cartera de Estado, María Brown Pérez. Su reemplazo se conocerá en los próximos días.

Gustavo Isch Garcés, consultor político y experto en campañas electorales, explica que se ha vuelto una constante desde hace mucho en el Gobierno el poner más atención a lo que ocurre en las redes sociales, en las que están presentes los troll centers, que a los problemas que verdaderamente necesitan atención o a su vez a los problemas que se denuncian en redes sociales a través de actores serios.

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“Es un Gobierno que vive encadenado a las redes, cuando lo que le debería preocupar, más allá de satisfacer el estado de ánimo de sectores a los que quiere agradar con la toma de algunas medidas o el despliegue de alguna suerte de comunicación, es evaluar la gestión de sus funcionarios en temas graves como los que atraviesa el país, sorprende la falta de gestión política”, manifiesta y dice que la administración de Lasso debe comprender que bajo esa lógica no podrá tener satisfecha a toda la población.

Cristian Carpio, analista y docente de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de las Américas, comenta que no es la primera vez que el Gobierno recibe este tipo de presiones y críticas por el nombramiento de funcionarios o comportamiento de estos, y menciona, por ejemplo, las filtraciones de audios de funcionarios como Aparicio Caicedo, consejero de Gobierno; Patricio Carrillo, exministro del Interior; o los señalamientos que recibió Fabián Pozo, secretario jurídico de la Presidencia, por supuestos vínculos con la administración aduanera.

Además explica que se ha vuelto común que las críticas no solo se queden y viralicen en redes sociales, sino que terminen trasladándose a grupos de opinión y medios de comunicación lo que aumenta la presión y lleva al Gobierno a rectificarse, “mostrando su debilidad y falta de probidad para nombrar funcionarios”, aunque subraya que no en todos los casos ha cedido a la presión mediática o han derivado en renuncias, sobre todo en casos de funcionarios de mayor confianza.

“Vivimos en un mundo altamente interconectado en el que las redes sociales se vuelven un elemento para poder influir en la toma de decisiones o también en la política pública. En este caso, los comentarios de la exviceministra fueron desatinados y forzaron su salida del cargo por toda la exposición mediática que se dio... era insostenible que siga en el cargo, porque la cartera es la de Educación”, manifiesta.

Jorge León, consultor político, concuerda en que no todas las polémicas o viralizaciones han sido manejadas igual por el Ejecutivo.

“No todos son medidos con la misma vara, en el caso del ministro Carrillo y la muerte de la señora María Belén Bernal, él tenía que haber salido inmediatamente, pero fue sostenido por varias semanas”, dice.

En el caso de la ahora exviceministra, el ruido en redes sociales empezó solo un día antes de su salida, cuando apareció en una fotografía junto con el presidente Lasso tomada en Carondelet en el marco de una reunión entre el mandatario y altas funcionarias del Gobierno para determinar acciones para combatir la violencia contra la mujer.

Cárdenas fue identificada y se convirtió en tendencia en Twitter con las palabras “viceministra” y “señora de la puerta”, como ella misma se autodenominó en un tuit de abril de 2017 que se volvió viral tras contar que le retiró la puerta a la habitación de su hija por tenerla mucho tiempo cerrada.

Para Isch la salida de la funcionaria es muestra de que existen cargos que en política son considerados “fusibles” y que evidencian la gestión débil en lo administrativo del Gobierno, que está también en una permanente banalización, resultado de lo que vemos en redes.

“El discurso oficial nos hace reaccionar en situaciones tan ridículas como cuando el presidente anunció que van a demoler el edificio de la Policía en medio del asesinato de la señora Bernal, debe preocuparle al Gobierno lo que está diciendo con sus actos o lo que está manifestando con su falta de actos asertivos”, subraya.

Por su parte, León manifiesta que existe una falta de criterio dentro del Gobierno sobre el personal que se elige para convertirlo en autoridad.

“Casa adentro es notorio que no tienen quien analice quién es esa persona, qué ha publicado, cuál es su línea de pensamiento y eso sigue mostrando el poco liderazgo que tiene el presidente Lasso”, indica y dice que es urgente que el Gobierno se dedique a gobernar para terminar bien el periodo y definir las políticas públicas en muchas áreas donde siguen sin estar claras.

Carpio coincide y considera que el Gobierno debe empezar por tener mayor sigilo para nombrar funcionarios y no continuar repitiendo errores que terminan debilitándolo. Menciona el caso de la terna para elegir al titular de la Superintendencia de Bancos, en la que figuraba Raúl González, que luego terminó no siendo reconocido como autoridad por el Ejecutivo pese a haber sido nombrado por este mismo.

“El Gobierno necesita evaluar de mejor manera a los funcionarios de alto rango que van a ser nombrados, su historial, cómo se han expresado en los últimos años y tener garantías de que su nombramiento no va a causar ruido político”, apunta. (I)