Hay grandes diferencias entre el Jorge Glas que salió del centro de rehabilitación de Cotopaxi en abril de este año (luego tuvo que regresar a prisión) con el que salió en libertad el pasado 28 de noviembre.

Hace siete meses el exvicepresidente dejó la cárcel vestido de terno, sonriente y hasta con un arete. Se embarcó en un auto que participó de una caravana con sus seguidores y por cada cantón que pasaba saludaba y en algunos se bajaba para estrechar las manos de ciudadanos. Participó en mítines en Durán y Guayaquil rodeado de las figuras del correísmo que se encuentran en el país.

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Sin embargo, el Glas que salió recientemente de la llamada Cárcel 4 de Quito no era el mismo. Vestía un abrigo negro sencillo, tenía un cuello ortopédico y se lo veía cansado. El número dos del correísmo solo saludó a un puñado de simpatizantes, entre ellos, a la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, y se subió en un carro todoterreno de color concho de vino con placas del Guayas y partió, según su abogado Édison Loaiza, a Guayaquil. No hubo discursos ni caravanas de la victoria. La celebración solo se realizó con mensajes de apoyo en redes sociales por parte de sus aliados.

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Según reportes médicos que han presentado sus abogados, Glas ‘ve sangre en las paredes, escucha voces, alucina y hay riesgo alto de suicidio si sigue en la cárcel’.

El paciente (Jorge Glas) ha tenido cuadros que alucina, muchas veces ha referido que ve sangre en las paredes cuando no la hay, insectos, y que escucha voces que le hablan en la noche, en la mañana, todo el día. Esto es un efecto traumático después de los eventos sangrientos (matanzas) provocados en el centro penitenciario”, se afirmó en un reporte médico presentado en abril pasado.

En el documento también se indicó que en 2017, cuando recién fue detenido, el exvicepresidente tenía un cuadro de ansiedad generalizado leve, pero que cuatro años después padece “un cuadro psiquiátrico grave, un trastorno depresivo mayor con síntomas psicóticos”. Según el reporte, Glas toma 22 pastillas al día.

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Además, tendría tres hernias discales que le afectan la columna y que le han causado una discapacidad. La apariencia del actual Glas se asemeja más al paciente que describieron los médicos hace ocho meses.

Hace ocho meses, la primera vez que salió libre, Glas participó de mítines y caravanas organizadas por el correísmo. Foto: Archivo

En la cúpula correísta hay hermetismo sobre dónde residirá el exvicepresidente. Afirman no querer revelar el lugar por temas de seguridad. Cuando salió libre hace ocho meses decidió vivir en la casa de su madre, Norma Espinel, ubicada en una urbanización privada en la vía a la costa. EL UNIVERSO consultó a los abogados que llevan el caso sobre el lugar de residencia, pero no hubo respuesta.

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Glas deberá presentarse periódicamente en la Penitenciaría del Litoral y tiene prohibición de salida del país. Dirigentes del movimiento Revolución Ciudadana han indicado que Glas aprovechará su libertad para tratar sus dolencias médicas y “recuperar” el tiempo con su familia.

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“¡Jorge Glas libre! Ahora será tiempo de recuperar su salud y el tiempo perdido con su familia. Ejemplo de consecuencia y resistencia, la fuerza de las circunstancias no lo vencieron. Gracias, vice, por resistir”, escribió Sofía Espín, asambleísta de UNES, en su cuenta de Twitter.

Sin embargo, simpatizantes en redes sociales piden que el número dos del correísmo se una a la campaña electoral por las elecciones seccionales del 2023. Aunque Glas podría participar en caravanas y recorridos solo será para impulsar la imagen del correísmo, ya que no podrá ser candidato a ninguna dignidad debido a que fue sentenciado por asociación ilícita y cohecho.

El artículo 233 de la Constitución dispone que quienes tengan sentencia condenatoria ejecutoriada por peculado, enriquecimiento ilícito, concusión, cohecho, tráfico de influencias y testaferrismo “estarán impedidos para ser candidatos a cargos de elección popular”. Además, el Consejo Nacional Electoral ya cerró el plazo de inscripciones de candidaturas.

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Jorge Glas fue condenado a seis años de prisión por asociación ilícita y a ocho años de cárcel por cohecho pasivo agravado. Archivo

El exvicepresidente tampoco podrá contratar con el Estado o desempeñar empleos o cargos públicos y perderá sus derechos de participación establecidos en la ley.

Además, el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, ha indicado que buscarán por los mecanismos más “idóneos” que primen la “justicia y la racionalidad”, dejando entrever que impulsarán la revocatoria de las medidas cautelares otorgadas a Glas como lo hicieron la primera vez que salió en libertad. Y culpó al sistema judicial creado en el correísmo por su liberación.

EL UNIVERSO también buscó una reacción de los abogados del exvicepresidente sobre el anuncio del Gobierno, pero tampoco hubo respuesta. Glas tampoco ha dado declaraciones desde su salida de la cárcel. (I)