Si bien Gustavo Noboa Bejarano no fue quien decretó la dolarización en el Ecuador, sí fue quien la implementó una vez que asumió la Presidencia de la República tras la asonada indígena-militar que derrocó a Jamil Mahuad el 21 de enero de 2000. Se posesionó la madrugada del 22. En su libro Por qué fui presidente, publicado en el 2012, Noboa relató que nunca participó en el golpe, pero que no le rehuyó al cargo, pues era un mandato constitucional.

Haber seguido adelante con el cambio de esquema monetario es uno de los principales logros que se le reconocen a Noboa, que falleció el martes en Miami, Estados Unidos, a los 83 años, de un infarto. Él se estaba recuperando de una operación de un tumor cerebral que se le practicó la semana pasada.

Aunque su legado va más allá: se lo destaca como educador y promotor de importantes causas sociales.

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«Sin el dólar estaríamos igual o peor que Venezuela. Hemos tenido a (Rafael) Correa diez años, lo que nos ha salvado es el dólar y el precio del petróleo».

¿Por qué no dio marcha atrás en la dolarización?, le preguntó este Diario un año atrás, a propósito de recordarse los 20 de ese sistema. “Porque soy, en principio, guayaquileño. Y nosotros sí creíamos en la dolarización; incluso meses antes, cuando era vicepresidente, me reuní con gente de Guayaquil a pedido de Joyce de Ginatta. Lo que me pasó ya como presidente es lo que se llama la soledad del poder: cuando tú tienes que tomar una decisión y eres el único que debe responder ante tu conciencia y tu país. Ahí no tienes amigos, cómplices... Yo dije vamos adelante. Sin saber nada, solo con intuición y algo más que no se puede decir...”.

En su mandato también se construyó el Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) y la carretera Ibarra-San Lorenzo, entre otras obras importantes como proyectos de agua potable, riego y drenaje y caminos vecinales para comunidades indígenas y campesinas.

«Antes la competitividad estaba disfrazada y había el subterfugio de la devaluación. Dolarización tiene el mérito de haberla desnudado... Pido justicia en evaluar las cifras».

El binomio integrado por Mahuad y Noboa asumió el poder el 10 de agosto de 1998. Llegaron por el partido Democracia Popular (DP).

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El expresidente Gustavo Noboa Bejarano en la última entrevista concedida a Diario EL UNIVERSO por los 20 años de la dolarización, en diciembre del 2019. Foto: Jorge Peñafiel

Noboa, quien era doctor en Jurisprudencia, no era militante de esa agrupación aunque fue gobernador del Guayas en el gobierno de Osvaldo Hurtado (1981-1984).

Y fue miembro de la Comisión Negociadora de la Paz con Perú que acompañó el proceso desde el gobierno de Sixto Durán-Ballén y que culminó con la firma de los acuerdos de Brasilia ya con Mahuad.

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«Uno de los motivos por los cuales hay toda esta persecución (de León Febres-Cordero) es para evitar que yo pueda actuar en la vida pública, en la política del país».

Como vicepresidente, Mahuad le encargó la reconstrucción de la Costa que fue asolada por el fenómeno de El Niño entre 1997 y 1998.

Pocos meses después de haber terminado su mandato, en el 2003, Noboa fue acusado por el ya fallecido presidente León Febres-Cordero, que era diputado, por un supuesto mal manejo de la deuda externa.

Gustavo Noboa se refugió en la residencia en Quito del consejero de República Dominicana, Juan Belén. Luego viajó a ese país que le dio asilo en el 2003. Foto: ARCHIVO

La Fiscalía General acogió la denuncia y la Corte Suprema de Justicia dictó una orden de prisión en su contra. Noboa pidió asilo en República Dominicana, donde permaneció hasta abril del 2005.

Volvió al país tras la declaratoria de nulidad de su juicio por la Corte Suprema de Justicia que presidía Guillermo Pichi Castro. Aunque la siguiente echó abajo esa decisión y ordenó su arresto domiciliario.

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«A mí me tocó un país muy difícil, coroneles e indígenas presos, se había perdido el dinero... Ese país pudo salir adelante solo con confianza».

La Asamblea Constituyente le otorgó la amnistía en el 2008 y el proceso fue archivado.

Sus allegados lo describen como un educador por excelencia. Fue por muchos años docente en el Colegio Cristóbal Colón, en donde creó grupos de evangelización. Se los llamaban “los gustavinos”.

Fue catedrático en la Facultad de Jurisprudencia y rector de la Universidad Católica de Guayaquil. Desde este último cargo, que ejerció por diez años, impulsó mejoras en la infraestructura y el desarrollo de la investigación.

Le sobreviven su esposa, María Isabel Baquerizo, y sus hijos Laura María, Pablo, Carmen Elena, Susana y Diego. Su hija María Isabel falleció hace pocos años. (I)