“La negociación política debe continuar, pero apuntamos a que haya una reconciliación nacional porque ha quedado un pueblo fragmentado, enfrentado, herido... En este ambiente resurgieron los ‘ismos’ que pensábamos que estaban enterrados: el regionalismo, el racismo... Ahora tenemos que trabajar en varios temas, principalmente en el trabajo, si no hay fuentes de empleo hay un ambiente propicio para el malestar social y la violencia puede resurgir. Si el Gobierno y todos los que puedan generar trabajo no hacen nada, esto puede estallar. Es importante recalcar, no sé si es un elemento cultural, que querer tener un pueblo de mendigos, de pordioseros, que solo reciben subsidios o bonos, no tiene futuro”.

Lo decía en una entrevista con EL UNIVERSO monseñor Luis Gerardo Cabrera, que entonces era vicepresidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE), unas pocas semanas después del fin de las violentas protestas de octubre del 2019. Esa institución fue una de las observadoras de la negociación entre el gobierno de Lenín Moreno y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), presidida por Jaime Vargas, y que dio como fruto la derogatoria del decreto ejecutivo que propició la eliminación de los subsidios a los combustibles.

Dos años y ocho meses después, los obispos vuelven a ser mediadores entre el régimen y el movimiento indígena. Ambos sectores tienen ahora otras cabezas: Guillermo Lasso y Leonidas Iza, en su orden. Pero Cabrera sigue ahí, esta vez como presidente de la Conferencia.

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La mediación de los sacerdotes se dará por petición de los dirigentes indígenas, indicó la noche del 29 de junio el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez.

Esto porque el régimen había cerrado el diálogo a causa del ataque a un convoy petrolero en Pastaza cuando ya se estaban dando conversaciones con la dirigencia indígena promovidas por el presidente de la Asamblea Nacional, Virgilio Saquicela.

Pero ya la Iglesia católica había sido parte de una Comisión Convocante -en la que convergieron diferentes oenegés- que se ofreció como intermediaria de las conversaciones.

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El régimen aceptó participar en esta iniciativa, pero no hubo respuesta de la dirigencia de la Conaie y las organizaciones sociales. Y como no prosperó, la Comisión Convocante se disolvió.

El lunes 27 de junio se realizó una mesa de diálogo propiciada por el presidente de la Asamblea, Virgilio Saquicela, pero el gobierno se retiró de ella luego del ataque a un convoy de Petroecuador. Foto de Archivo Foto: José Jácome

Al respecto, también en una entrevista con este Diario, Cabrera comentó la semana pasada que tanto en los indígenas como en el Gobierno había cometido el desacierto de “haber tomado el camino de la violencia”. “Pese a que han manifestado que se trata de una protesta pacífica, al salir a las calles uno comienza a mirar que van armados, con piedras, con palos, y esos no son medios pacíficos. Y eso hace que venga la otra violencia institucional, represiva. Una violencia genera otra violencia y se va generando un campo de batalla. Aquí hay que ser coherentes. Queremos el diálogo, buscamos la paz, busquemos los medios pacíficos. El miedo es miedo y es mal consejero. Salir de la lógica de la violencia es muy difícil salvo que haya la voluntad política”.

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Y señaló que la situación del país generaba preocupación en el papa Francisco, que la conocía por los informes del nuncio apostólico, que es una especie de canciller del Estado Vaticano.

Unos pocos días después, en su rezo del ángelus en Roma, el santo padre dijo: “Estoy cerca de ese pueblo y animo a todas las partes a abandonar la violencia y las posiciones extremas”. “Solo a través del diálogo será posible encontrar, espero que pronto, la paz social, con especial atención a las poblaciones marginadas y a los más pobres, pero siempre respetando los derechos de todos y las instituciones del país”, expresó.

El presidente de la CEE también propuso a las partes que se acojan a una tregua para crear las condiciones para abrir el diálogo. Pero no fue escuchado.

Los contactos para que la Iglesia intervenga se dieron entre el martes 28 y miércoles 29. Desde la mañana de este 30 de junio se realizan reuniones de trabajo para definir la metodología y los actores del diálogo.

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Cabrera, de 67 años, es oriundo de Azogues. Fue arzobispo de Cuenca y desde el 2015 lo es de Guayaquil. Pertenece a la orden franciscana. (I)