Parecía que la calma se aproximaba. Que los enfrentamientos entre la fuerza pública y manifestantes no marcarían la jornada del día 11 de paro nacional en Quito. Sin embargo, la aparente tranquilidad que hubo en la mañana del jueves 23 de junio terminó al llegar la tarde y se intensificó hasta la noche.

La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) reportó la muerte de Henry Quezada, aparentemente a causa del impacto de perdigones, en medio de los disturbios en el parque El Arbolito, de lo cual la organización responsabilizó a la represión policial.

En respuesta, el ministro del Interior, Patricio Carrillo, negó que los agentes utilizaron perdigones durante la confrontación.

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Por otro lado, la Contraloría General del Estado (CGE) confirmó que un grupo de manifestantes intentó ingresar con violencia a la sede matriz, que fue atacada en las protestas de octubre de 2019. La turba destruyó parte del inmueble con piedras, palos y voladores. La Policía evitó la toma del edificio.

La refriega del jueves se desató alrededor de las 15:00, cuando cientos de indígenas –hombres, mujeres y niños–, que participaron en una marcha pacífica, presionaron para tratar de ingresar a la Asamblea Nacional por el acceso de la calle Yaguachi, a una cuadra del parque El Arbolito y la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CEE), que más temprano fueron desocupados por la fuerza pública.

Tras minutos de forcejeo con los agentes policiales que impedían el paso al Palacio Legislativo, los uniformados lanzaron numerosas bombas lacrimógenas. La multitud trató de escapar del humo dirigiéndose al parque El Arbolito y hacia la zona de la Maternidad Isidro Ayora.

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A partir de ese momento, lo que siguió fueron horas de violencia, de personas asfixiadas por el gas, de agentes y transeúntes con algún tipo de afectación.

Policías y militares estaban atrincherados en las inmediaciones de los edificios de la Contraloría y de la Asamblea, entre las avenidas 6 de Diciembre y Gran Colombia. Desde ahí disparaban bombas y lanzaban agua.

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Los manifestantes hicieron base frente a los miembros de las fuerzas del orden, en los parques El Arbolito y El Ejido. Para enfrentar a los agentes, sustrajeron adoquines de El Ejido, tomaron piedras, rompieron parte de la calzada. Con ese material construyeron barricadas para protegerse y responder a la embestida de los gendarmes.

El lugar era un campo de batalla, con bienes destruidos, como la parada de la Ecovía que está frente a la CCE, así como parte de la vegetación de los parques. Las calles estaban cubiertas de escombros.

Con adoquines sustraídos del parque El Ejido los manifestantes armaron una barricada para protegerse y contratacar a la Policía durante los disturbios afuera de la Contraloría, en Quito. Foto: Vanessa Silva / EL UNIVERSO.

Antes de que el caos se desatara, cuando la multitud de indígenas arribó a la Asamblea, con bailes y cantos, cuatro integrantes de la nacionalidad huaorani que traían consigo largas lanzas de madera, de más de tres metros de largo, abrieron un cartel que llevaba escrita la frase “Diálogo ya”.

En los exteriores de la Asamblea Nacional, miembros de la nacionalidad huaorani pedían que se inicie el diálogo con el Gobierno. Ocurrió el jueves 23 de junio en instantes previos al enfrentamiento que se desató afuera del Palacio Legislativo. Foto: Vanessa Silva / EL UNIVERSO.

Abraham Boyotai, líder huaorani, mencionó que llegaron a la capital el lunes con la misión de que el Gobierno atienda los diez pedidos de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie).

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Pero más allá de eso, dijo, quieren que los territorios ancestrales, como el Yasuní, sean protegidos. Que las autoridades creen oportunidades para la gente de las comunidades; que haya vivienda, salud, educación y empleo.

Este viernes el paro nacional llegará a su día 12. La posición del movimiento indígena es no retirarse de Quito hasta conseguir que Carondelet acoja todas sus demandas. (I)