Veinticinco años después de la caída de su gobierno, el expresidente de la República Abdalá Bucaram Ortiz espera un resarcimiento del Estado ecuatoriano a su favor y reactiva sus diligencias en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ante la cual puso una demanda en el 2015 por lo que ahora se considera como un golpe de Estado.

El pasado 3 de febrero, Bucaram Ortiz firmó un poder para que su hija Martha Bucaram Aguilar, que es abogada y vive en Atlanta (Estados Unidos), asumiera su representación, ya que “por falta de dinero” para pagar abogados, asegura, había dejado de empujar la demanda que fue admitida a trámite en el 2018, expresa. La profesional efectuará las diligencias que considere necesarias en Washington.

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Ella estuvo en Ecuador hace pocos días visitando a su padre y, durante una charla, le preguntó cómo iba su caso. “Ahí se me prendió el foco, le pregunté si ella podía litigar en Washington y respondió que sí. Entonces ahora es mi abogada, y gratis”, dice el expresidente.

Cuando planteó la querella se hablaba de una indemnización de $ 200 millones, pero ahora Bucaram dice que en el proceso puede negociarse la cantidad. Afirma que lo que le interesa es que se reconozca el daño que le hicieron al ‘tumbarlo’: lo alejaron de su familia por 20 años tras su autoexilio en Panamá y le quitaron la posibilidad de trabajar en “su patria”. Ya cuando se determine el monto, el Estado podrá ejercer las acciones de repetición contra aquellos que lo defenestraron.

Los hechos

Un poco antes de la medianoche del 6 de febrero de 1997, luego de una serie de protestas sociales que duraban ya varias semanas y que llegaron a su clímax un día antes en un paro nacional, el presidente del Congreso Nacional de entonces, Fabián Alarcón, dio paso a una moción presentada por el socialcristiano Franklin Verduga. Basado en el artículo 100 de la Constitución vigente (la de 1979) planteó la destitución de Bucaram alegando “incapacidad mental”. O sea que estaba loco.

En la misma moción se propuso que Alarcón asumiera el poder de manera interina, pero que debía convocar a elecciones presidenciales en un plazo no mayor a un año.

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Pero en la Carta Magna vigente a esa fecha no existía esa figura, sino que hablaba de una sucesión presidencial a favor del vicepresidente; en este caso, Rosalía Arteaga.

La votación fue estrecha: 44 votos a favor, 34 en contra y 2 abstenciones, pero el Congreso solo necesitaba el voto de la mitad más uno de sus 82 integrantes. Dos legisladores no asistieron. No hubo ningún examen médico que certificara la supuesta condición de incapacidad mental, recuerda el exmandatario, que se hacía llamar “el loco que ama”.

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Minutos más tarde, Bucaram salió al balcón de Carondelet para rechazar la decisión legislativa. A la par, Alarcón recorría el centro de la capital a bordo de una camioneta acompañado de algunos líderes políticos. Y, encima, Arteaga emitió un decreto ejecutivo asumiendo el poder. Esa madrugada el país tuvo tres mandatarios.

El 7 de febrero de 1997, Heinz Moeller, César Verduga y Fabián Alarcón recorrieron las principales calles de la capital durante el derrocamiento de Abdalá Bucaram. Foto de Archivo

A la una de la madrugada de ese día, las Fuerzas Armadas emitieron un comunicado en el que aceptaban la decisión del Congreso, pero decían que permanecerían neutrales. Artículos de prensa narran cómo a lo largo de la jornada de ese 7 de febrero hubo intensas negociaciones entre Bucaram, Arteaga y el jefe del Comando Conjunto de las FF. AA. Paco Moncayo para hallar una salida constitucional.

Finalmente se acordó que Bucaram le encargaría el poder temporalmente a Arteaga y salió de Carondelet a las ocho de la noche. Ella se posesionó el 9 de febrero y estuvo en funciones apenas 72 horas, pues las FF. AA. le quitaron su respaldo. El 11 de febrero Alarcón fue posesionado como presidente interino por el Congreso y Bucaram salió del país, primero a Argentina y luego a Panamá, donde finalmente se autoexilió.

El 9 de febrero de 1997, Rosalía Arteaga asumió la Presidencia como encargo, tras la caída de Abdalá Bucaram. A su lado Paco Moncayo, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. Foto Archivo

Detrás del golpe de Bucaram hubo muchos factores, consideran analistas consultados por este Diario.

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“El golpe no se explica solo por los aspectos del estilo de liderazgo que Bucaram intentó imprimir en su gobierno. O por las denuncias de corrupción. Lo que pasó se dio en medio de una crisis de las instituciones democráticas que se venía acarreando por lo menos desde la destitución del exvicepresidente Alberto Dahik en 1995. Y aquí se ejecuta lo que ya estaba presente en el diseño constitucional de 1979: el arbitraje militar. La Constitución estaba estructurada en un esquema en que el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas tenía asignadas funciones de tutelaje de las instituciones. Algo peculiar al sistema política ecuatoriano”, reflexiona el politólogo César Montúfar.

Montúfar habla, además, de cierto “sesgo racista” que había en la clase media quiteña hacia el liderazgo de Bucaram. Un sector del que surgió un movimiento ciudadano que fue actor decisivo en su caída y en la de Gutiérrez, y que luego fue la base de apoyo a la Revolución Ciudadana de Rafael Correa, refiere.

El sociólogo Simón Pachano señala que “el desastre que era el gobierno y la corrupción que era evidente pesaron mucho”, pero destaca las ambiciones de los partidos políticos. Coincide en que los militares sentaron un mal precedente, pues se rompió la cadena de mando del jefe de Estado hacia ellos.

Bucaram expone sus razones. Que los militares nunca le perdonaron sus acercamientos con el expresidente peruano Alberto Fujimori para negociar la paz y con quien se encontró en Lima en enero de 1997 y “por eso conspiraron”. Que a la banca no le gustó su anuncio de implementar la convertibilidad, pues esto les haría perder mucho dinero. Que Jaime Nebot nunca superó que lo haya derrotado en las urnas y que quería tumbarlo como sea. Y que hubo también xenofobia por su origen libanés; esto luego de que se conociera una carta que le envió el líder palestino Yasser Arafat en la que le pedía que reconociera a su territorio y él se comprometió a hacerlo.

Pero afirma que en su gobierno no hubo casos de corrupción, pues las denuncias penales por peculado en supuesto manejo irregular de los gastos reservados y los contratos del programa de la Mochila Escolar surgieron en marzo, cuando ya se había marchado. Todo fue parte de la persecución en su contra para mantenerlo lejos y liquidarlo políticamente, agrega.

Consecuencias

Al golpe de Estado nadie quería llamarlo así en ese momento, señala Pachano. Pero sí lo fue porque no respetó ninguno de los procesos legales establecidos para cesar al mandatario ni la subsiguiente sucesión presidencial.

Esto afectó la institucionalidad democrática que estaba debilitada ya. “Abrió el camino para que en dos oportunidades más se dieran golpes de Estado de similar naturaleza”, indica Pachano, refiriéndose a los derrocamientos de Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez, en 1999 y 2005, en su orden.

En el texto Antología de la democracia ecuatoriana, editado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), se recuerda -además- que tras la ruptura del orden constitucional hubo que adelantar para 1998 las elecciones presidenciales que debían realizarse en el 2000, y se produjo un desfase con las provinciales y cantonales, ya que para estas no fue alterado el calendario establecido.

En mayo del 1997 se efectuó una consulta popular con la cual se buscó legitimar la designación de Alarcón. Eran catorce preguntas, pero había dos sobre el tema: “¿Ratifica usted el mandato popular de las jornadas de febrero ejecutado en la decisión del Congreso Nacional que resolvió cesar en las funciones de Presidente Constitucional de la República a Abdalá Bucaram?” y “¿Está usted de acuerdo con la resolución del Congreso Nacional que, al cesar en sus funciones al expresidente Constitucional de la República Abdalá Bucaram, eligió como Presidente Constitucional Interino de la República a Fabián Alarcón, hasta el 10 de agosto de 1998?”. En ambas ganó el Sí.

Para Montúfar, Alarcón ejerció una suerte de dictadura civil desde que el Congreso lo nombró presidente hasta que el pueblo lo ratificó en las urnas.

Tras la caída de Bucaram hubo nueve presidentes en diez años: Fabián Alarcón, Rosalía Arteaga, Jamil Mahuad, la Junta de Salvación Nacional (integrada por Antonio Vargas, Carlos Solórzano Constantine y el general Carlos Mendoza), Gustavo Noboa, Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacio. Recién desde el 2007, Rafael Correa y luego Lenín Moreno concluyeron los periodos para los cuales fueron elegidos.

El exmandatario obtuvo asilo político en Panamá, donde permaneció por 20 años, hasta junio del 2017. Regresó al país una vez que prescribieron los juicios por peculado en su contra. Aunque sí volvió por unos días en febrero del 2015 cuando la llamada ‘Pichi Corte’ anuló estos procesos.

Bucaram dice que la persecución de la que fue víctima hace 25 años persiste. Y que ahora alcanza a sus hijos. En el 2020, en plena pandemia del COVID-19, se le iniciaron tres procesos penales: por tráfico de bienes culturales, del que fue sobreseído; por delincuencia organizada en la compra de insumos médicos, del que inicialmente fue sobreseído, pero esto fue revocado; y por tráfico de armas, en el que aún no se realiza la audiencia de evaluación y preparatoria de juicio.

“Mi esposa me dice que por gusto nos regresamos de Panamá, que allá estábamos bien”, cuenta Bucaram, que dice que extraña a la que considera su segunda patria.

No obstante, como dice que está “jodido económicamente”, por estos días anda buscando comprador para el departamento que tiene allá. Pide $ 800.000 porque tiene más de 500 metros cuadrados y está ubicado en Punta Paitilla, una zona de alta plusvalía en la capital panameña.

PRE, el partido que ha muerto tres veces

De ser partido gobernante a estar al borde de la extinción por tercera ocasión. Es la trayectoria que han experimentado el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), y su sucesor Fuerza Ecuador (FE), en 25 años.

El analista político Simón Pachano señala que era obvio que el PRE perdería su fuerza política con su líder, el expresidente Abdalá Bucaram, fuera del país. “Le afectó, no inmediatamente porque su partido apoyó la primera candidatura de Álvaro Noboa en 1998, y él llegó a la segunda vuelta. Pero luego sí porque era un partido caudillista, y el caudillo estaba lejos, cuando no está el grupo se desmorona. Los que manejaban a las redes clientelares en Guayaquil y la Costa buscaron otros partidos donde les podía ir mejor”, señala.

Víctor Hugo Sicouret, exdirigente del PRE y exministro de Vivienda en el gobierno de Bucaram, indica que en 1998 el pueblo reivindicó al exmandatario al votar por la lista 10. No solo que Noboa llegó a la segunda vuelta sino que tuvieron un bloque de 24 diputados. Los socialcristianos sumaron 25.

Pero explica que la “ecuación perversa” de “Bucaram ladrón, Bucaram corrupto” que, según él, se inventaron los enemigos políticos del exmandatario, con León Febres-Cordero y Jaime Nebot a la cabeza, caló en el imaginario de la gente, lo cual hizo que pierda fuerza paulatinamente, al punto de que hoy en día los jóvenes ya no saben quién es Abdalá.

Otro exdirigente agrega: “El tener la fuerza electoral con un líder que se aferró a volver hacía que nuestros representantes en el Congreso tengan un poder político inusual porque el retorno se volvía un mecanismo de negociación que muchos dirigentes usaban para beneficio personal y ahí empiezan a destruir la organización, y empieza a mermarse la votación”.

En efecto, luego de la votación de 1998, los números empiezan a bajar en las sucesivas elecciones presidenciales. Y en 2006, el aspirante roldosista Fernando Rosero quedó séptimo.

Abdalá Bucaram, expresidente de la República (d), fue candidato a asambleísta nacional en los comicios del 2021. Foto Archivo.

Con la vigencia de la Constitución de Montecristi, en el 2008, todos los partidos políticos debieron recoger afiliaciones para reinscribirse y poder participar en las elecciones generales del 2009. El PRE logró reactivarse pero no postuló a nadie. Se autodenominaron PRE, la Nueva Era porque el hijo del expresidente, Abdalá Bucaram Pulley, tomó el control del grupo.

El último candidato del PRE fue Nelson Zavala, en el 2013. Llegó octavo. Y al año siguiente, el PRE tuvo una baja votación en las elecciones seccionales, por lo que perdió su personería jurídica.

Para el 2017, Bucaram Pulley creó Fuerza.EC y fue candidato presidencial llegando en quinto puesto. Luego se desvinculó de la organización política.

En el 2021, en medio de los procesos judiciales de la familia Bucaram, FE postuló a la presidencia a Carlos Sagnay de la Bastida, que quedó en el puesto 14 de 16. El mismo exmandatario se postuló asambleísta nacional, con malos resultados.

De ahí que, nuevamente, el roldosismo esté en vías de extinción. El Consejo Nacional Electoral resolvió retirarle su personería política, aunque Abdalá padre presentó una apelación ante el Tribunal Contencioso Electoral que está en trámite.

El expresidente Bucaram dice que, una vez que resuelva sus procesos judiciales, se meterá de lleno a reorganizar el partido. Que en el 2025 lo verán volver. (I)

Resultados de las elecciones presidenciales de 1996

Primera vuelta: Se realizó el 19 de mayo de 1996. Había nueve candidatos. El padrón estaba conformado por 6′662.003 electores

CandidatoTotal de votosPorcentaje de votos
Jaime Nebot (PSC)1′035.10127,2 %
Abdalá Bucaram (PRE)1′001.07126,3 %
Fuente: CNE

Segunda vuelta: Fue el 7 de julio de 1996.

CandidatoTotal de votosPorcentaje de votos
Abdalá Bucaram (PRE)2′2855.38754,5 %
Jaime Nebot (PSC)1′910.65145,5 %
Fuente: CNE

Votación de los candidatos del PRE y Fuerza.EC en las elecciones presidenciales 1998-2021

Año de la elecciónCandidatoVotaciónPorcentajeLugar en que quedó
1998Álvaro Noboa2′140.186 (en la segunda vuelta)48,8 %Segundo (ganó Jamil Mahuad, de la DP)
2002Jacobo Bucaram544.68811,9 %Sexto
2006Fernando Rosero113.2232,1%Séptimo
2009No presentaron------------
2013Nelson Zavala105.5921,2 %Octavo
2017Abdalá Bucaram Pulley455.1874,8 %Quinto
2021Carlos Sagnay de la Bastida26.5240,29 %Catorceavo
Fuente:CNE

Estos son los 44 diputados que votaron a favor de la destitución del expresidente Abdalá Bucaram

Partido Social Cristiano (PSC)

1. César Acosta Vásquez

2. Walter Andrade Fajardo

3. Guillermo Borja Farah

4. Simón Bustamante Vera

5. Pío Osvaldo Cueva

6. Rafael Cuesta Caputti

7. Luis Chiiboga Acosta

8. Hoover Encalada Erráez

9. Marco Flores Troncoso

10. Heinert Gonzabay Pérez

11. Susana González de Vega

12. Odette Haboud de Salcedo

13. Fernando Madera Erazo

14. Tito Nilton Mendoza

15. Heinz Moeller Freile

16. Milton Ordóñez Gárate

17. Álvaro Pérez Intriago

18. Enrique Ponce Luque

19. Isidro Romero Carbo

20. Mauricio Salem Mendoza

21. Carlos Saud Saud

22. Alfredo Serrano Valladares

23. Gilberto Vaca García

24. Franklin Verduga Vélez

Democracia Popular (DP)

1. Gabriel Alegría Calero (alterno de Ermel Campana)

2. José Cordero Acosta

3. Richard Guillén Zambrano

4. Estuardo Hidalgo Bifarini

5. Fernando Rodríguez Paredes

6. Carlos Vallejo López

7. Alexanda Vela Puga

8. César Verduga Vélez

Izquierda Democrática (ID)

1. Raúl Baca Carbo

2. Marco Landázuri Romo

Pachakutik

1. Leonidas Iza Quinatoa

2. Miguel López Moreno

3. Miguel Lluco Tigze

4. Luis Macas Ambuludi

5. Marcelino Ordóñez Pesantes (alterno de Rosendo Rojas)

6. Napoleón Saltos Galarza

Frente Radical Alfarista (FRA)

1. Wilson Merino Machado

2. Fabián Alarcón Rivera

Movimiento Popular Democrático (MPD)

1. Raúl Tello Benalcázar

2. Gustavo Terán Acosta