América del Sur ha conseguido no verse afectada en la misma dimensión que el resto del mundo por la variante delta del COVID-19, sin embargo, en estos momentos, la región se encuentra en alerta, después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificara a la variante mu, detectada en Colombia en enero, como una “variante de interés”.

En la región, además de mu, predominan la variante gamma (P.1), identificada por primera vez en Brasil, y la lambda (C.37), originada en Perú. Según científicos, las tres mutaciones tendrían mucho que ver en que la delta, B.1.617, no se haya expandido en la zona, hasta ahora, aunque no se descartan que el escenario pueda llegar a cambiar.

Fernando Espinoza, director del Centro de Investigaciones de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), comenta que es casi un hecho que la variante delta no logre el impacto en Ecuador que ocasionó en otras partes del mundo y pone como ejemplo el caso de Israel, donde la situación era muy distinta a la de la región en el tema de los anticuerpos generados por los habitantes tras haberse contagiado.

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“Israel vacunó al 70 % de su población y pensó que estaban protegidos, pero la delta es capaz de burlar el sistema inmunológico, es decir, que puedo estar vacunado, pero me contagio, además el contagio que hubo fue justo después de la primera dosis, para entenderlo, comparemos con Guayaquil que, cuando llega la delta, tenía más del 40 % de cero prevalencia, es decir, que más del 40 % de guayaquileños ya tenían anticuerpos.”

A diferencia de Israel, cuando se aplicó acá las primeras dosis, las personas quedaron superprotegidas, es decir, que tienen un escudo que hizo que la delta no tenga un gran impacto, comenta Espinoza.

El investigador dice, además, que en países como Ecuador, EE. UU. y otros existe un subregistro de contagios por la variante delta y que se han confundido por resfriados de corta duración ante la falta de hisopados.

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“Estas personas pasaron el virus, pero como no se sintieron mal, no fueron a hacerse un hisopado... aquí en Guayaquil, nosotros hicimos este tipo de pruebas a personas con esa sintomatología leve y tenían el virus”, menciona y dice que es importante focalizar cuanto antes una dosis de refuerzo para personas con ciertas condiciones de riesgo.

Ante esta situación, la OMS ha expresado su preocupación por la baja capacidad que muchos de los países de la región tienen para el rastreo y secuenciación de variantes del virus y que no cuentan con el personal suficientemente capacitado. Un ejemplo es Colombia, que efectuó en todo el 2020 unas 600 secuencias genómicas, una cantidad que representa el promedio diario de las que se realizan en Londres. En laboratorios de Chile y Brasil es donde se llevan a cabo en mayor parte la secuenciación de la región, recoge DW.

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No obstante, Espinosa subraya que siempre hay que tener cautela con cualquier variante nueva que se presente y que no hay que dejar de lado los cuidados y medidas de bioseguridad, más aún ahora que los adolescentes y niños están retomando sus actividades escolares.

“Tenemos que proteger a los niños y no se debe parar la vacunación, tampoco los adultos deben relajarse, hasta no saber cuánto tiempo vamos a estar protegidos con las vacunas que nos hemos puesto”, añade y pide tomar en cuenta que en EE. UU. la mayoría de casos que se siguen presentando es en personas que han optado por no vacunarse.

En tanto, sobre la disminución de casos que presenta la subregión, la OMS se ha mostrado convencida de que las medidas como el uso de mascarillas y el acceso a la vacunación, que ha crecido notablemente, están funcionando.

“Es muy importante siempre recordar que desde el inicio de la pandemia observamos un mosaico de perfiles epidemiológicos diferentes en las Américas, creemos que esa situación de caída de nuevos casos en América del Sur se debe a varios factores”, respondió a este Diario el gerente de Incidente para el COVID-19 de la agencia regional de la OMS, Sylvain Aldighieri, entre los que menciona las restricciones a la movilidad impuestas en ciertos países

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Otro factor podría ser la estacionalidad, según Aldighieri y comenta que las curvas epidemiológicas de gripe e influenza entre 2014 y 2019 para América del Sur tienen un comportamiento similar al del COVID-19 entre 2020 y 2021.

No obstante, pide tener presente que esta caída en América del Sur no es un efecto por falta de testeos en laboratorios, que dice se han mantenido correctamente en la zona.

El experto pide tomar en cuenta los aspectos inmunitarios de la población. “En Sudamérica hay más de 231 millones de personas con primera dosis, más 132 millones con dosis completas y 9 millones de personas que decidieron aplicarse una vacuna de una sola dosis”, refiere.

Por su parte, Espinosa agrega que, aunque no hay estudios de farmacovigilancia suficientes, sí es muy probable que la diversidad de vacunas que se aplicaron sí pueda haber ayudado no solo a minimizar el impacto de la variante delta sino también a disminuir los contagios en el resto de la región.

Sin embargo, las dificultades que aún tienen algunos países para adquirir vacunas preocupa enormemente a su agencia regional, la OPS.

La agencia dice que solo Chile y Uruguay han vacunado a más del 72 % de su población y que aún hay países que no superan ni el 20 %, Guatemala y Nicaragua y Venezuela, según datos de Our World in Data.

El mecanismo Covax, creado para la distribución equitativa de las vacunas alrededor del mundo, ha entregado hasta ahora más de 36 millones de dosis de vacunas contra el coronavirus a 32 países de América Latina y el Caribe, que también ha recibido donaciones de países europeos y de EE. UU. Sin embargo, siguen siendo insuficientes para sus más de 650 millones de habitantes.

América Latina acumula más de 84 millones de casos de COVID-19 y más de dos millones de fallecidos. En cifras globales, la región acumula el 25 % de las muertes. (I)