La pandemia de coronavirus empezó en el primer trimestre de 2020 y, pese a la aparición de diferentes vacunas, su afectación continúa.

Uno de los países que están viviendo una nueva ola es Rusia, que el miércoles registró un nuevo récord de 984 muertes por fallecimiento y se acerca a la barrera de los mil decesos diarios, según datos publicados por el centro operativo de lucha contra la pandemia del coronavirus y recogidos por EFE. Este nuevo máximo eleva el total de fallecimientos por COVID a 219.329, si bien las estadísticas oficiales sobre exceso de muertes en el mismo periodo triplican esta cifra.

Además se detectaron 28.717 nuevos casos en las 85 regiones del país en la última jornada, 2.493 de los cuales fueron en personas asintomáticas.

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Según la jefa sanitaria de Rusia, Anna Popova, actualmente se registra un incremento de la incidencia del coronavirus en 77 regiones rusas. Mientras que el ministro de Salud, Mijaíl Murashko, indicó que el número de nuevos casos de coronavirus se ha incrementado en un 16 % solo durante la última semana.

Más del 90 % de las camas dedicadas a pacientes con COVID-19 están ocupadas ya en Rusia. El 11 % de los pacientes hospitalizados se encuentra en estado grave y casi ninguno de ellos estaba vacunado.

Las autoridades atribuyen la elevada incidencia a la variante delta y a la baja tasa de vacunación en el país.

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Hasta el momento solo un 31 % de la población ha sido vacunado con la pauta completa, es decir, 45,3 millones de ciudadanos. Ahora se han adoptado disposiciones para la vacunación obligatoria de ciertas categorías de ciudadanos.

De acuerdo con el doctor Fernando Espinoza, director del Centro de Investigación de la Universidad Espíritu Santo, esta sería la principal razón. Además, recuerda que el mundo entero recién está con una vacunación de un 33 %, o sea, 2.600 millones de los 7.700 millones de personas en el mundo.

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Resalta también que todas la vacunas aprobadas y que se están usando tienen estudios de vigilancia de producción de anticuerpos que indican que sí funcionan. Un ejemplo de ello son las que se usan en Ecuador: Pfizer, Sinovac, AstraZeneca y CanSino. También, que la rusa Sputnik, que fue la primera vacuna contra el coronavirus anunciada y es una de las más utilizadas —aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue estudiando para darle su aprobación—, ha tenido buenos resultados, según los estudios.

Desde el inicio de la pandemia se ha notificado un total de 7′861.681 contagios en Rusia, siendo el quinto país del mundo con más casos de coronavirus, por detrás de Estados Unidos, India, Brasil y Reino Unido.

Mientras, el 39 % de los habitantes de Latinoamérica y el Caribe ha sido completamente vacunado, aunque seis países tienen tasas mucho más bajas de inmunización, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

La directora de la OPS, Carissa Etienne, dijo que la región está cerca de alcanzar la meta que se marcaron este mes la ONU y la OMS para inmunizar al 40 % de la población mundial antes de que termine el año, un objetivo que ya han logrado 26 países de la región. Pero los que más preocupan por sus bajos números son Jamaica, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Haití, Guatemala y Nicaragua.

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Desde el inicio de la pandemia, más de 91 millones de personas se han infectado en América, mientras que más de 2,2 millones han perdido la vida, dijo la OPS. Las autoridades sanitarias de varios países se mantienen en alerta ante el eventual inicio de una tercera o cuarta ola de la epidemia. Sin embargo, también se siguen presentando sectores de la población que aún tienen dudas sobre las vacunas, especialmente con la aparición de vacunados contagiados.

La doctora Josefina Coloma, investigadora de la Universidad de Berkeley, en California, Estados Unidos, comenta que las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2 no producen una inmunidad esterilizante, como lo hacen las de otras enfermedades, por ejemplo, la polio. Es decir, que una persona vacunada puede adquirir el virus, pero, contrariamente a lo que ocurriría si no estuviera inoculada, la vacuna disminuye el riesgo de enfermedad, gravedad, hospitalización y muerte. También reduce la capacidad de transmitir el virus.

“Por otra parte, el virus sigue su curso, mutando y adaptándose a sobrevivir a la respuesta inmune. La respuesta de anticuerpos, ya sean naturales, inducidos por infección o por la vacuna, decae con el tiempo, lo que también resulta en infectados entre los vacunados. La mayoría de estas son benignas, pero en personas mayores o inmunocomprometidas puede aún resultar en hospitalización. Además que sabemos que no todas las vacunas son iguales y ya varios estudios recomiendan un refuerzo para estas poblaciones a los 6-8 meses”, explica Coloma, quien agrega que se tendrá que aprender a vivir con el virus.

“Las vacunas hacen su trabajo y los humanos debemos hacer el nuestro. Vacunarse contra las gripes, usar mascarilla en el futuro y aislarnos cuando sintamos que estamos enfermos, ¡etiqueta respiratoria para siempre! Las pruebas rápidas de antígeno deberían ser más comunes y a precio de caramelo, para detectar brotes temprano”, apunta también Coloma.

Espinoza comenta que hay que seguir con la fármaco vigilancia hasta fines de año para saber cómo va el tema de los anticuerpos contra el virus, así como ver la posibilidad de la tercera dosis de refuerzo a grupos específicos, como adultos mayores y personas inmunodeprimidas.

En tanto, en cuanto a la afectación económica de la pandemia, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, dijo que sigue considerando que la inflación global será “transitoria”, pero admite que puede prolongarse si no se acelera el acceso global de las vacunas. (I)