Este lunes Unicef, la agencia de la ONU para la infancia, pidió el cese de la violencia en la ciudad de Mindat, en el noroeste de Birmania (Myanmar), donde el Ejército birmano y una milicia civil prodemocrática han combatido durante días.

“Las fuerzas de seguridad deben tomar medidas urgentes para garantizar la seguridad de los niños atrapados en el área, y defender su derecho a ser protegidos”, señaló Unicef en Twitter.

Según el medio Irrawaddy, una niña de 10 años resultó herida hoy debido a los tiros de los soldados de la junta, que dispararon de manera indiscriminada en la localidad, situada en el estado Chin.

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El domingo, el Ejército forzó la retirada del recién formado grupo de la Fuerza de la Defensa Chin, tras un asedio contra la población civil con bombardeos aéreos y artillería pesada.

Según el periódico digital Myanmar Now, las fuerzas de la junta militar tomaron Mindat durante la tarde del sábado y forzaron la retirada de la milicia civil, que prefirieron parar los combates dentro de esta ciudad de 50.000 habitantes para evitar su destrucción.

“No nos retiramos por completo, algunos seguimos en la ciudad. Su estrategia es rodearnos. No responderemos a sus ofensivas dejando que la ciudad quede destruida”, declaró a Myanmar Now un miembro del grupo rebelde.

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Al menos seis civiles y cinco militares han muerto en los enfrentamientos en los últimos días, según las cifras confirmadas por la prensa local, aunque se teme que el número aumente de forma considerable a medida que la información se haga accesible.

Los combates en la zona se habían intensificado en los últimos días a pesar de que este jueves la junta militar, en el poder desde el golpe de Estado del pasado 1 de febrero, declaró la ley marcial en Mindat como respuesta a una serie de ataques de la Fuerza de la Defensa Chin.

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Varias guerrillas de las minorías étnicas, que representan un tercio de los 53 millones de birmanos, llevan alzadas en armas desde hace décadas para pedir más autonomía o la independencia y algunas han expresado su apoyo al movimiento de desobediencia civil contra la junta militar.

Mientras los combates prosiguen en zonas fronterizas, cientos de personas volvieron a salir este lunes a protestar en las principales ciudades del país, como Rangún y Mandalay, en contra de la junta militar, a pesar de la fuerte represión, con casi 800 muertos según los últimos datos de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos.

El Ejército birmano dirigido por el general Min Aung Hlaing justifica el golpe de Estado por un supuesto fraude electoral en los comicios de noviembre, en los que arrasó el partido de Aung San Suu Kyi, como ya hiciera en 2015, y que cuentan con el aval de los observadores internacionales. (I)