El gobierno talibán informó este martes de la disolución de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán (AIHRC) y de otros cuatro organismos por carecer de fondos en el presupuesto anual y su escasa actividad.

“El presupuesto de este año se basó en la realidad sobre el terreno y se asignó solo a aquellas organizaciones y departamentos que han permanecido activos y productivos”, explicó a Efe el portavoz adjunto del gobierno talibán, Inamullah Samangani.

Así, al no considerar “necesarios” tanto el AIHRC, encargado de monitorear la situación de los derechos humanos en Afganistán, como otros organismos, “se han disuelto, (aunque) podrían ser reactivados en el futuro si fuera necesario”, añadió.

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Además del AIHRC, los talibanes eliminaron, entre otros, la Comisión para la Supervisión de la Implementación de la Constitución o el Consejo Supremo de Reconciliación Nacional en Afganistán, precisó el Gobierno talibán en un documento que data del pasado sábado y al que tuvo Efe acceso hoy.

La orden de disolver estos organismos fue instruida por el máximo líder de los talibanes, el mulá Hibatullah Akhundzada, y firmado por el primer ministro del Gobierno islamista, el mulá Hassan Akhund.

Las operaciones de la AIHRC llevaban detenidas desde el pasado 15 de agosto, cuando los fundamentalistas se hicieron con el control de Kabul dos décadas después de la caída de su régimen con la invasión estadounidense en 2001.

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La formalización oficial del cese de la actividad del AIHRC coincide paradójicamente con la primera visita a Afganistán del relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en el país, Richard Bennett.

Según informó la ONU en un comunicado el pasado sábado, Bennet tenía previsto visitar Afganistán entre el 15 y el 26 de mayo, donde pretendía “evaluar la situación de los derechos humanos” y “ofrecer asistencia para abordar y prevenir violaciones y abusos”, aunque no confirmó finalmente si el oficial se encuentra en el país.

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El AIHRC, un organismo independiente, mostró a mediados de septiembre su preocupación después de que los fundamentalistas ocuparan sus oficinas e impidieran la reanudación con normalidad de sus labores, dificultando su misión en Afganistán.

Estos derechos humanos en el país han vivido un fuerte retroceso desde el regreso al poder de los talibanes, sobre todo en el caso de las mujeres, que han visto cómo los fundamentalistas incumplían sucesivamente sus promesas y les iban imponiendo más restricciones.

Así los islamistas han impuesto a las mujeres el uso de vestimentas que las cubran por completo como el burka, limitado el acceso a los puestos de trabajo salvo en contadas excepciones, o impedido a las estudiantes de secundaria acudir a la escuela. (I)