Un nuevo cruce entre Estados Unidos y China empezó este lunes cuando la representante de Comercio Exterior del país norteamericano, Katherine Tai, criticó las “injustas” prácticas comerciales de China que, según dijo, han dañado la “prosperidad” de los trabajadores estadounidenses.

Sin embargo, señaló que Washington no buscará “escalar” las tensiones comerciales con Pekín.

En una intervención en el centro de Estudios Internacionales y Estratégicos, Tai expuso las claves del enfoque de la Administración del presidente estadounidense, Joe Biden, en esta materia después de la pugna abierta por su predecesor, Donald Trump (2017-2021).

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“Durante demasiado tiempo, la falta de adhesión de China a las normas comerciales globales ha debilitado la prosperidad de los estadounidenses y otros en todo el mundo”, afirmó en su primer gran discurso sobre Pekín.

Tai aseguró que “pronto” tendrá “conversaciones francas” con las autoridades chinas en las que expresará sus “preocupaciones” sobre estas actividades.

En ellas, Tai indicó que resaltará “el fracaso de China para reformar sus políticas no de mercado” como se habían comprometido en los últimos 15 años.

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No obstante, remarcó que el “objetivo es no escalar las tensiones comerciales con China”, en referencia a la guerra arancelaria.

Tai sostuvo en mayo un encuentro virtual con el viceprimer ministro de China, Liu He, poco después de ser confirmada en el cargo en el Senado, y quien lideró las negociaciones comerciales previas con las autoridades estadounidenses.

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Sobre posibles medidas adicionales, la representante de comercio señaló que dependerán de cómo avancen estas conversaciones con China a la vez que reiteró que “todas las opciones se mantienen en la mesa”.

Las dos mayores economías mundiales mantuvieron difíciles relaciones en materia comercial durante la presidencia de Trump, con la imposición de varias rondas de aranceles recíprocas que provocaron turbulencias globales.

Finalmente, EE.UU. y China acordaron un pacto comercial que incluía el aumento de las compras de productos estadounidenses, especialmente ganaderos y agrícolas, por parte de China, aunque los economistas han señalado que Pekín no ha cumplido con los compromisos expresados. (I)