Una nueva polémica se presentó ayer en la política brasileña, cuando el presidente Jair Bolsonaro (ultraderecha) prometió este martes “una nueva historia” para el país ante decenas de miles de seguidores que respondieron a su llamado a salir a la calle en su apoyo.

En plena caída de popularidad y enfrentado al Poder Judicial desde hace semanas, Bolsonaro convocó marchas con motivo del Día de la Independencia y por la mañana arengó a sus partidarios en Brasilia, antes de viajar por la tarde a Sao Paulo.

“A partir de hoy empieza a escribirse una nueva historia en Brasil. Pido a Dios que, más que sabiduría, me dé fuerza y coraje para decidir debidamente. Las decisiones no son fáciles. No elijan el lado de la confrontación. Siempre estaré junto al pueblo brasileño”, dijo el mandatario en la simbólica Explanada de los Ministerios.

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El presidente cargó especialmente contra los jueces del Supremo Tribunal Federal, que abrieron investigaciones contra él y su entorno, entre otros motivos por propagación de falsas informaciones.

“No queremos una ruptura. No queremos pelearnos con ningún poder. Pero (...) no podemos permitir que una persona coloque en riesgo nuestra libertad”, dijo, en alusión al juez del tribunal que lleva uno de estos casos.

En Brasilia, protegida por 5.000 agentes, la jornada arrancó con el acto oficial del izamiento de bandera en el Palacio de la Alvorada, la residencia del jefe de Estado. Luego Bolsonaro se subió a un helicóptero para sobrevolar la concentración de la Explanada de los Ministerios.

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“Nuestra bandera nunca será roja”, corearon los manifestantes, en alusión al color del Partido de los Trabajadores, de los exgobernantes izquierdistas Luis Inácio Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016).

Simpatizantes del presidente brasileño se manifiestan hoy en la avenida Paulista, en Sao Paulo. Foto: EFE

“Votamos a Bolsonaro y estamos siendo gobernados por la Corte Suprema. Están imponiendo sus decisiones. Votamos al presidente y no está logrando gobernar”, dijo a la AFP la dentista Morgana Freitas, de 27 años.

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Decenas de miles de personas también se congregaron en la avenida Paulista de Sao Paulo, donde el presidente prometió dar un discurso “más robusto” por la tarde, así como en la playa de Copacabana de Río de Janeiro.

En Sao Paulo, la ciudad más poblada del país, también está prevista una manifestación opositora bajo el lema “Fuera, Bolsonaro”.

Hasta ahora las manifestaciones del martes transcurren sin grandes disturbios.

En la víspera, cientos de manifestantes se concentraron en la región central de Brasilia y, tras romper un bloqueo policial, muchos de ellos ingresaron con camiones y otros vehículos por la avenida que conduce al Congreso, al Supremo Tribunal Federal y otros edificios del Gobierno.

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“¡Acabamos de invadir! ¡La policía no pudo contener al pueblo! Y mañana vamos a invadir el STF”, gritaba uno de los partidarios del presidente en un video difundido por medios locales.

A pesar de afirmar que el objetivo de las marchas es defender la “libertad”, algunos de los manifestantes que apoyan a Bolsonaro y que se organizaron mediante las redes sociales enarbolan eslóganes en favor de una “intervención militar” comandada por el excapitán del Ejército, de 66 años, un nostálgico de la dictadura militar (1964-1985).

El rumbo que pueden tomar las movilizaciones a lo largo del día es incierto y ha acaparado el debate público en Brasil, inclusive con alertas para evitar algo similar a la invasión en enero pasado del Capitolio de Estados Unidos por partidarios del entonces presidente Donald Trump.

Un ensayo para 2022

Bolsonaro afirmó en los últimos días que esperaba movilizaciones multitudinarias para enviar un “ultimátum” a los jueces de la Corte Suprema.

El índice de popularidad de Bolsonaro cayó en julio al 24 %, su nivel más bajo desde que llegó al poder en 2019, debido especialmente a la gestión de la pandemia, que ya deja más de 580.000 muertos y una crisis económica que está repercutiendo en el bolsillo de los brasileños.

Para Mauricio Santoro, de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, es la primera vez desde la vuelta de la democracia en Brasil que se “vive una situación así”, “semejante a lo que vimos en países como Hungría, Polonia, Venezuela y en Estados Unidos durante Trump”. “Es una retórica autoritaria que debilita la democracia por dentro”, dijo a la AFP.

A trece meses de las elecciones presidenciales, “lo que estamos viendo hoy es un ensayo general de Bolsonaro” para entonces, agregó este profesor de Ciencia Política, que teme situaciones venideras de “violencia y de inestabilidad”.

Según los sondeos, Bolsonaro sería ampliamente derrotado por el expresidente Lula da Silva, quien todavía no ha confirmado su candidatura. (I)