A los autores del asesinato de Marcelo Pecci, sus excesos los dejaron al descubierto. Los verdugos del fiscal antimafia de Paraguay se dedicaron a la rumba, a comprar joyas, ropa de marca y otros artículos de valor que llamaron la atención por donde vivían y de las autoridades, que ya les seguían los pasos, según escribió Semana.

Los criminales recibieron la suma de medio millón de dólares por asesinar al reconocido funcionario paraguayo el pasado 10 de mayo. La banda estaba compuesta por cinco personas, entre ellas un venezolano de 31 años, que fue quien disparó a quemarropa los tres tiros con pistola 9 milímetros que le quitaron la vida a Pecci.

Una madre y su hijo fueron los campaneros encargados de seguir al fiscal y su esposa, Claudia Aguilera, quienes estaban de luna de miel en la isla Balú, viviendo su corta historia de amor. Otro más manejaba la moto acuática y, el último, era el jefe y el encargado de conducir el carro que los esperaba a pocos metros de la playa, en el cual emprendieron la huida.

Publicidad

Estos son los impactantes videos de los momentos posteriores al asesinato del fiscal Marcelo Pecci: Se aprecia a Claudia Aguilera llorando sobre el cadáver de su esposo

Detalles desconocidos de cómo actuaron los sicarios en contra de Marcelo Pecci

Días después del homicidio, un equipo de investigación de la policía y la Fiscalía, con el apoyo de las autoridades de Paraguay y de la DEA, fueron identificando a los sicarios uno a uno y estableciendo el rol que cumplían en el plan criminal. Los antisociales estaban escondidos en Medellín, en los sectores de Robledo, Estadio, Laureles y Lomas del Bernal.

Gracias a horas de grabaciones de interceptaciones telefónicas legales y registros de video de cámaras de seguridad, tanto en Cartagena como en Medellín, fueron identificados y capturados.

Según la revista colombiana, uno de los delincuentes, al verse descubierto, y en medio de la angustia, dijo en voz baja que los habían contratado una gente de Paraguay. Sus cómplices, más tranquilos, solo dijeron que era una equivocación y que hablarían cuando llegaran sus abogados.

Publicidad

Así planearon el asesinato de Marcelo Pecci

Las autoridades descubrieron que los miembros de la banda se reunieron a finales de abril en al menos tres ocasiones, en Envigado y Medellín. Los criminales siguieron órdenes desde Paraguay y fueron contratados por un “enlace del oscuro mundo de la delincuencia antioqueña”.

El fiscal general, Francisco Barbosa, explicó que a los sujetos siempre les dijeron que sería una “vuelta” fácil, porque era un empresario que estaba de luna de miel con su esposa, solos, sin escolta. Lo que nunca tuvieron claro los gatilleros es que su blanco era un reconocido fiscal antimafia que dio el golpe más importante que se les haya dado a las organizaciones narcotraficantes en Paraguay.

Publicidad

La banda de sicarios recibió el 5 de mayo las últimas informaciones sobre la pareja, antes de tomar camino hacia Cartagena. El asesino, al lado de uno de sus cómplices, se instaló en un modesto hotel del sector de El Laguito. Al día siguiente, la mamá y el hijo llegaron a otro hotel en una zona diferente para no despertar sospechas.

Se quedaron inicialmente del 7 al 9 de mayo. Mientras tanto, el otro criminal alquiló un carro estándar para moverse por la ciudad sin llamar la atención.

La mamá y el hijo se mostraban como turistas y se dieron a la tarea de seguir mañana, tarde y noche a la pareja de enamorados. El 10 de mayo era el “día D”, la clave que usaban entre ellos para ejecutar su plan siniestro. Tenían claro que ese día el fiscal Pecci y su esposa terminarían las vacaciones y volverían a Paraguay.

La mujer y el joven se hospedaron como una familia normal entre el 9 y 10 de mayo, en el hotel Decameron, en donde estaba Pecci y su esposa. Mientras que, el asesino y su cómplice permanecían el mayor tiempo resguardados, no se movían mucho de su hotel. Esperaban el momento e iban averiguando el alquiler de moto acuática, cuánto tiempo tardaba el trayecto entre ese punto y la playa donde se alojaba el fiscal. Además, coordinaban dónde debía parquear el carro en el cual emprenderían la huida.

Publicidad

Esa mañana del 10 de mayo, la pareja empezó a vigilar desde muy temprano a Pecci y a su esposa. Los observaron en el restaurante, luego los siguieron mientras caminaban unos minutos por la playa, hasta cuando se sentaron a descansar y a tomar el sol.

Ese era el momento que habían estado esperando. Llamaron al sicario y le dieron la indicación exacta de cómo estaban vestidos, y el punto exacto donde estaban ubicados sin margen de error, logrando su cometido.

Las autoridades tienen registros de por lo menos 80 llamadas que cruzaron los miembros de la banda el día del crimen y el anterior a este. Madre e hijo abandonaron el hotel rumbo a la terminal de transporte, donde tomaron un bus que los llevó a Medellín.

Hay registros de que los otros tres miembros de la banda hicieron lo mismo en momentos diferentes, para no despertar sospechas y regresar a la capital de Antioquia.

La banda practica la santería cubana

En el allanamiento a la vivienda donde se escondía el sicario y su cómplice, las autoridades hallaron un altar con una especie de calaveras, comida, velas, amarres y otros objetos propios de la santería cubana. Se presume que lo utilizaban como protección, pero no les dio resultado.

Los criminales no quisieron hablar de ello, aunque en medio de su captura no quitaban la mirada a esas figuras.

De manera casi simultánea, las autoridades ejecutan otros operativos, en búsqueda de la pistola 9 milímetros con la que se ejecutó el crimen. Solo se halló un arma automática, documentación y celulares que están siendo analizados.

Funcionarios de Colombia, Estados Unidos y Paraguay tienen otro reto, dar con los autores intelectuales del asesinato y todo apunta a que están relacionados con la Operación Ultranza, que encabezó Pecci y en la que se desarticuló una gran red de tráfico, con tentáculos que llegaban incluso a importantes políticos de su país natal. (I)

Te recomendamos estas noticias