La fiscalía alemana pidió el martes cinco años de prisión para Josef Schütz, de 101 años, el acusado de crímenes nazis más viejo procesado hasta ahora, que está siendo juzgado por actos cometidos cuando era guardia en el campo de concentración de Sachsenhausen.

El exsuboficial de las Waffen SS está acusado de “complicidad” en el asesinato de 3.518 prisioneros cuando revistaba en ese campo, situado al norte de Berlín, entre 1942 y 1945.

Sin embargo, si es condenado, se espera que evite la cárcel debido a su mal estado de salud.

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El fiscal general, Cyrill Klement, dijo que las pruebas de la acusación estaban “plenamente confirmadas”, y le acusó no solo de haberse adaptado a las condiciones del campo sino de haber hecho carrera allí.

A lo largo del juicio, que comenzó en octubre en el tribunal de Brandenburgo-Havel (este), el centenario mantuvo que nunca había ejercido ninguna responsabilidad en Sachsenhausen. Afirma haber sido un trabajador agrícola durante este periodo, a pesar de los documentos que atestiguan lo contrario.

Para el fiscal, no hay “ninguna duda de que el señor Schütz trabajó en Sachsenhausen”.

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Por ello, la fiscalía solicitó una pena superior a la mínima de tres años de prisión por complicidad en asesinato prevista en el código penal alemán.

Schütz permaneció impasible tras el anuncio. Se espera un veredicto a principios de junio.

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Alemania, que durante años fue reticente a juzgar a todos los autores de crímenes nazis, amplió sus investigaciones en la última década a los guardias de los campos y a otras personas que formaron parte de la maquinaria nazi.

Pero estos juicios de personas muy mayores plantearon interrogantes sobre esta justicia tan tardía.

El juicio de Josef Schütz, que tenía 21 años cuando empezaron los hechos, tuvo que interrumpirse varias veces debido a su salud.

Es sospechoso, entre otras cosas, de haber disparado a prisioneros soviéticos y de “ayuda y complicidad” en los “asesinatos con gas” de tipo Zyklon B.

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El campo de Sachsenhausen, activo entre 1936 y el 22 de abril de 1945, cuado lo liberaron los soviéticos, acogió a unos 200.000 prisioneros, principalmente opositores políticos, judíos y homosexuales.

Decenas de miles de ellos murieron, principalmente por agotamiento debido a los trabajos forzados y a las duras condiciones de vida. (I)