Esta semana varios medios internacionales han informado cómo en medio de la grave crisis que vive Afganistán hay familias que han vendido a sus hijas menores de edad.

Un reportaje de CNN cuenta la historia de Parwana Malik, un niña que contó que su padre la vendió porque no tenían para comer.

“No tenemos pan, ni arroz, ni harina... Me vendió a un hombre viejo”, dijo la pequeña de apenas nueve años a un periodista de esa cadena. El hombre tenía 55 años.

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La familia afirma haber tomado esa decisión tras cuatro años viviendo en un campo de desplazados en la provincia noroccidental de Badghis, mientras trabajaban por unos pocos dólares en tareas de servicio doméstico y recibían ayuda humanitaria. Sin embargo, luego que los talibanes retomaron el poder, la ayuda internacional se fue cortando y ya la ONU ha dicho que el país está a un paso de vivir una grave crisis económica y alimentaria.

El padre de Parwana vendió primero a la hija mayor, de 12 años, varios meses antes.

De acuerdo con organizaciones, el caso de estas hermanas no es aislado, puesto que varias familias afganas han vendido a sus hijas para matrimonios; el número crece al aumentar las dificultades económicas en el país y, por ende, el hambre. Además se espera que la situación empeore al llegar el invierno.

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“Falta de comida, falta de trabajo, las familias sienten que tienen que hacer esto”, indicó Mohammad Naiem Nazem, activista de derechos humanos en Badghis.

Incluso los padres de las pequeñas dieron carta abierta a CNN para que las muestre y cuenten su caso, ya que afirman que ellos no pueden cambiar esta práctica. El padre de Parwana, Abdul Malik, dijo que sentía culpa y vergüenza por tener que hacerlo, pero no había encontrado trabajo, y que él y su esposa no tenían otra opción para alimentar al resto de su familia de ocho miembros.

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El dinero que recibió Malik le servirá para unos meses. El comprador, llamado Qorban, pagó 200.000 afganis, alrededor de 2.200 dólares, valor que se divide en entregas de ovejas, tierras y dinero en efectivo.

Parwana había dicho, antes de su venta, que esperaba poder cambiar la postura de sus padres ante la situación y que quería llegar a ser maestra, pero sus progenitores no cambiaron de idea.

Al entregar a Parwana a Qorban, Malik le dijo: “Esta es tu esposa. Por favor, cuídala, ahora eres responsable de ella. Por favor, no la golpees”.

Qorban afirmó que en su caso no quería a Parwana como esposa, pues ya tenía una, y que la cuidaría como hija. “(Parwana) era barata, y su padre era muy pobre y necesita dinero”, dijo Qorban. “Ella trabajará en mi casa. No la golpearé. La trataré como a un miembro de la familia. Seré amable”, llegó a decir.

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Parwana no quería irse, pero fue arrastrada hasta el vehículo en el que fue subida.

Otra niña que vive una historia parecida es Magul, de 10 años, en la provincia de Ghor, quien se prepara para ser entregada a un hombre de 70 años luego de que sus padres acordaran su venta, también por alrededor de 2.200 dólares, a cambio de saldar las deudas con esta persona, un vecino.

“No sé qué hacer... Incluso, si no le doy a mis hijas, él se las llevará”, dijo Ibrahim, padre de Magul, quien por las deudas con este señor estuvo un tiempo preso.

“Realmente no lo quiero. Si me obligan a ir, me mataré”, afirmó la pequeña Magul al contar su historia.

El matrimonio de niñas menores de 15 años es prohibido en Afganistán, pero es una práctica que sigue presente en la realidad de este caótico país, principalmente en áreas rurales.

Siguen reportándose casos nuevos, mientras la crisis alimentaria se profundiza. La ONU advirtió que más de tres millones de niños menores de cinco años estarán en los próximos meses en riesgo de desnutrición aguda. Esto sin contar la situación de quienes siguen viviendo en campos de desplazados por la violencia de los últimos años.

El problema es aún mayor para las niñas, puesto que con el regreso de los talibanes al poder las niñas no han podido regresar aún a las aulas y no se sabe cuándo ocurra, pese a que el Gobierno ha dicho que está trabajando en un plan con ese fin.

Esto, según organizaciones como Human Rights Watch, que siguen trabajando en el país, ha empujado a muchas familias a pensar en el “mercado matrimonial”, pues sin una educación es más probable que las casen por conveniencia o simplemente por dinero para mantener al resto de la familia.

Esto a su vez crea otros problemas, puesto que las menores no están en edad de dar su consentimiento para casarse o tener relaciones, y las que quedan embarazadas sufren problemas de salud, porque sus cuerpos aún no están listos para ser madres. La tasa de mortalidad de las chicas de entre 15 y 19 años es el doble que la de aquellas de entre 20 y 24 años, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, que añade que el 10 % de las niñas afganas de entre 15 y 19 años da a luz cada año.

Las autoridades talibanes han dicho que buscarán ayudar con alimentos a las familias más desfavorecidas para evitar estas ventas de niñas, y que si luego siguen con esta práctica meterán a la cárcel a los padres. (I)