Para que sean guardianes, protectores o traficantes de drogas entrenan a los perros los delincuentes, en especial los narcotraficantes. Tratan de aprovechar las excelentes habilidades de estos animales para cometer actividades ilícitas.

Uno de los más recientes ejemplos fueron los dos perros amaestrados encontrados con el mayor narcotraficante de Colombia en la actualidad y jefe del Clan del Golfo, Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, el pasado 25 de octubre.

Los canes habían sido entrenados para que le advirtieran al narco de cualquier persona o movimiento extraño a su alrededor y, en especial, de policías. De hecho, los gendarmes colombianos afirman que los perros alertaron a Otoniel de la presencia de la fuerza pública en anteriores operativos, lo que permitió su fuga.

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En 2015, el mismo Otoniel había adiestrado a otro perro de raza beagle, que tienen un olfato más agudo que sus pares y que son entrenados para rastrear a personas desaparecidas. El cánido alertó al narcotraficante de la presencia policial, y este escapó.

Chapolo, como se llamaba el perro, fue un pedido específico del narcotraficante. Era un animal amigable y casi siempre pegaba la nariz al suelo para olfatear, indica el medio Semana de Colombia. Dar aviso a Otoniel de la policía fue la última tarea que el sabueso obedeció al peligroso narcotraficante, ya que la fuerza pública lo adoptó y sirvió en el grupo de rescate.

En tanto, en Argentina, en 2018, policías detuvieron a dos hombres que se transportaban en un auto con actitud sospechosa. Al pedirles que se bajaran del vehículo, junto con ellos salió un “enorme” perro de raza pitbull, con el que intentaron disuadir a los agentes, relata diario Clarín. Los policías lograron neutralizar a los hombres y al can. Al requisar el auto, encontraron cocaína.

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Para que un perro pueda detectar a personas extrañas a sus dueños, a una distancia considerable y en especial a policías, debió recibir un excelente entrenamiento basado en recompensas, indica Miguel Montalván, conocido como Líder Canino en redes sociales.

Añade que gente especializada debió entrenar a los perros de Otoniel, por ejemplo, enseñándoles a detectar el olor “peculiar” que tienen los uniformes policiales, chalecos antibalas o las mismas patrullas, y así dar la alerta cuando ellos se acercaban. Este tipo de entrenamiento se puede realizar desde que son cachorros.

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“Los perros pueden detectar olores hasta dos kilómetros. Toda raza de perros puede ser entrenada para realizar actividades buenas y, en este caso, también malas. Ellos (narcotraficantes) tienen el dinero para contratar a adiestradores profesionales”, señala.

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En cambio, para que los cánidos cumplan un rol de “custodios”, tanto de los delincuentes como de la droga, se les enseña a ser agresivos con la mayoría de personas, menos con sus dueños, dice Ángela González, entrenadora canina profesional.

La agresividad se desarrolla frustrando al perro mentalmente al encerrarlo por periodos largos en los que solo se le da de comer. También se les hace practicar tácticas de ataque en las que una persona se ubica un traje acolchado en el brazo, por ejemplo, para que el perro lo muerda a la orden de su dueño.

“Este tipo de ejercicios, con trajes especializados, lo hace también la Policía para detener a los delincuentes. Toda raza de perro puede ser entrenada para protector, solo debe tener un año de edad. El adiestramiento se hace por un mínimo de tres meses”, afirma Montalván.

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Para el especialista, los delincuentes, al castigar físicamente o encerrarlos para volverlos agresivos, están cometiendo crueldad animal. En algunos países, como Ecuador, se establecen sanciones por este delito.

Según el artículo 249 del Código Orgánico Integral Penal se sancionará con prisión de dos a seis meses a la persona que lesione a una mascota o animal de compañía. Si la conducta se realiza como consecuencia de la crueldad o tortura animal, será sancionada con cárcel de seis meses a un año.

Tanto Montalván como González concuerdan en que los perros son víctimas de los delincuentes, que tratan de aprovechar sus habilidades para delinquir.

Gatos, ratones y caballos también son usados para actividades ilícitas

Utilizar animales para delinquir no es nuevo en la historia de la humanidad. Sin embargo, los narcotraficantes han ampliado la lista de animales utilizados y perfeccionado sus técnicas. Por ejemplo, en 2018 las autoridades rusas detectaron a un gato que llevaba puesto un collar con un escondrijo para transportar narcóticos al interior de una cárcel. Allí se encontraron casi 6 gramos de hachís y 1,56 gramos de anfetamina.

En tanto, un perico fue entrenado en Brasil para avisar a narcotraficantes sobre la presencia policial. “Mamá, la policía”, era la frase que decía el ave para dar la alerta.

Las palomas también han sido usadas para repartir droga. Uno de los primeros casos se reportó en Argentina en 2013. Una banda de narcotraficantes usaba a estas aves para repartir pequeñas cantidades de marihuana en tubos de plástico que amarraban a sus patas.

En Brasil, en 2015, internos de la cárcel de Barra da Grota lograron domesticar a un ratón para que sirviera como el repartidor de su negocio de drogas. El roedor se escurría entre los pabellones llevando sobres de estupefacientes.

También se ha reportado, especialmente en Centroamérica, el uso de caballos y vacas para contrabandear droga. Los primeros hacen la labor de carga, pero con el ganado introducen la droga en el estómago de las vacas. (I)