Monseñor Rolando Álvarez, un religioso acostumbrado a romper paradigmas en Nicaragua, se convirtió este viernes en el primer obispo nicaragüense en ser arrestado por el Gobierno de Daniel Ortega, quien lleva 15 años y 7 meses de manera consecutiva en el poder.

Quienes hoy lamentan la noticia de su arresto, hace unos años descubrían que monseñor Álvarez, el obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, igual impartía misa que montaba a caballo o una embarcación improvisada con troncos para evangelizar en las montañas del norte de Nicaragua, se lanzaba con su sotana en patineta, bailaba cumbia en una fiesta o bien pateaba un balón de fútbol.

Pero cuando tenía que ponerse serio, Álvarez, un bachiller en Teología por la Pontificia Universidad Lateranense en Roma, licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana y máster en Doctrina Social en la Iglesia por la Universidad Pontificia de Salamanca, fruncía el ceño.

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Apoyo a protestas sociales

En 2015, ante el malestar de los pobladores del municipio de Rancho Grande, el obispo nombrado por el papa Benedicto XVI en 2011, el noveno de la Diócesis de Matagalpa, encabezó una de las manifestaciones antigubernamentales más multitudinarias en contra de un proyecto minero, cuya cancelación fue considerada como una “derrota” de Ortega ante los campesinos nicaragüenses.

Una mujer observa la misa de Momnseñor Rolando Alvarez a través de Facebook en la Catedral de Matagalpa en Matagalpa, Nicaragua, el 5 de agosto de 2022. Foto: AFP

Monseñor Álvarez, secretario de Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, fundó radioemisoras y canales de televisión para la Iglesia católica nicaragüense, abrió una cuenta en Twitter en la que compartió sus reflexiones y se convirtió en una especie de celebridad en Matagalpa.

El obispo tuvo reconocimiento nacional con el estallido popular contra Ortega en abril de 2018 por unas controvertidas reformas a la seguridad social, cuando siendo mediador en un diálogo entre el Gobierno y la oposición advirtió que Nicaragua solamente podría salir de la crisis y aspirar a la democracia con “reformas profundas y de raíz en el sistema electoral”.

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De la popularidad al arresto

La popularidad del obispo aumentó cuando se hizo viral un video en el que un hombre con acento extranjero le reclamó por los bloqueos en las vías, que obstaculizaban el tráfico de vehículos, como parte de las protestas contra Ortega, ante lo cual respondió: "Respete la patria".

Durante la crisis sociopolítica, monseñor Álvarez fue uno de los obispos que abrió las puertas de las parroquias bajo su jurisdicción para que los manifestantes antigubernamentales se refugiaran de la denominada “Operación Limpieza” de 2018.

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Esa operación fue descrita por el religioso como "limpiar las vías de tránsito a precio de sangre y de muerte, y luego ir casa por casa arrestando a la gente para enjuiciarla, calumniarla con acusaciones inverosímiles".

Cuatro años después, Álvarez, nacido en Managua hace 55 años, bajo la dictadura de los Somoza (1937-1979), fue retenido por la Policía que dirige el consuegro de Ortega, Francisco Díaz, y acusado de intentar organizar “grupos violentos”.

Antes de la retención, la Policía había impedido la celebración de la misa en la Catedral de Matagalpa, por lo cual el obispo salió a predicar a las calles aledañas con el Santísimo Sacramento alzado, tras lo cual se arrodilló y clamó a Dios.

Tras 15 días retenido en la curia junto con un grupo de diez religiosos, la Policía entró por la fuerza al edificio de la Iglesia católica y los sustrajo, para pasar al obispo bajo “resguardo domiciliar” en su residencia en Managua.

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"Preocupémonos por llevar el traje de fiesta en el Reino de Dios", escribió el obispo, en su último tuit antes de ser capturado.

Durante esos 15 días, Álvarez recibió muestras de apoyo de los Episcopados de diversos países del mundo, un gesto que los fieles católicos de Nicaragua, donde son mayoría, reclamaron al papa Francisco, sin éxito.

Los creyentes pidieron en sus redes orar por el obispo Álvarez, algunos con la frase “lo único que no podemos perder es la fe”. (I)