La Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, la chilena Michelle Bachelet, afirmó el sábado que su visita a China no fue “una investigación” y que sus reuniones en la región de Xinjiang, donde Pekín está acusado de reprimir a las minorías, no fueron supervisadas por las autoridades.

Bachelet aseguró también, en una rueda de prensa, que había escuchado a quienes le reprocharon su ausencia de críticas hacia el gobierno chino y aseguró que había hablado “con franqueza” a los dirigentes comunistas.

Pekín está acusado de retener a un millón de uigures y otras personas de minorías musulmanas en centros de detención en Xinjiang (noroeste), de esterilizar a las mujeres y obligar a estos ciudadanos a realizar trabajos forzados.

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La expresidenta chilena, de 70 años, llegó a Xinjiang el martes, en la primera visita de un alto funcionario de la ONU para derechos humanos en 17 años. Sus colaboradores afirmaron que iba a visitar las ciudades de Urumqi, capital regional, y Kashgar.

Al término de su visita, en una rueda de prensa telemática, Bachelet instó a China a evitar “medidas arbitrarias” en la campaña “antiterrorista” que las autoridades llevan a cabo en la región de Xinjiang (noroeste).

La responsable aseguró que las autoridades de esta región china le habían garantizado que la red de “centros de formación profesional”, que organizaciones humanitarias califican de campos de reeducación forzada, fue “desmantelada”.

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Bachelet también explicó que había mencionado el tema de la separación de las familias de uigures, durante sus reuniones con las autoridades de Xinjiang.

Somos conscientes de la cantidad de gente que está buscando noticias de sus seres queridos. Esta y otras cuestiones fueron mencionadas ante las autoridades”, dijo.

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Estados Unidos y parlamentos de otros países occidentales han denunciado un “genocidio”, acusaciones negadas de manera vehemente por China, que asegura que se trata de centros de formación profesional para mantener alejada a la población del separatismo y el islamismo extremo. (I)