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La ivermectina se suma a los medicamentos descartados por la OMS para tratar el COVID-19

La agencia ya ha hecho advertencias antes para declinar también el uso del dióxido de cloro o del fármaco remdesivir.

La ivermectina está siendo usada en varios países como medicina preventiva o de tratamiento temprano para el COVID-19.

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La ivermectina, un medicamento antiparasitario de uso común que se promociona mucho en redes sociales para combatir el COVID-19, se agregó a la lista de fármacos desaconsejados por la Organización Mundial de la Salud como tratamientos contra el virus, ya que según un grupo de expertos de la agencia, los datos de los estudios clínicos para medir su eficacia no han dado resultados concluyentes.

“Nuestra recomendación es no utilizar la ivermectina para los pacientes con COVID-19, independientemente del nivel de gravedad o de la duración de los síntomas”, dijo Janet Díaz, jefa del equipo de respuesta clínica al COVID-19 de la agencia de la ONU.

No obstante, antes de desaconsejar el uso de la ivermectina, la agencia sanitaria ya ha emitido otras recomendaciones sobre medicamentos como el remdesivir y el dióxido de cloro.

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Hasta el momento no existe ningún fármaco oficial registrado para tratar el SARS-CoV-2, por lo que la vacunación sigue siendo la única opción para frenar la pandemia.

En noviembre pasado, la OMS pidió que no se utilice el remdesivir, usado habitualmente como tratamiento para el virus del ébola, en pacientes hospitalizados con COVID independientemente de la gravedad de la enfermedad, ya que no hay pruebas de su efectividad.

Para emitir esta recomendación, expertos analizaron por más de un mes el uso del fármaco con datos de más de 7.000 pacientes.

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El dióxido de cloro, un gas utilizado como blanqueador en plantas de tratamiento, es otro de los tratamientos que la agencia ha declinado también. En este caso fue la Organización Panamericana de la Salud (OPS) quien emitió una advertencia contra el uso de productos de cloro para tratar el virus, en agosto pasado.

“La OPS no recomienda utilizar productos a base de dióxido de cloro o clorito de sodio por vía oral o parenteral (intravenosa, intrarterial, intramuscular y subcutánea) en pacientes con sospecha o diagnóstico de COVID-19, ni en ningún otro caso, porque no hay evidencia sobre su eficacia y la ingesta o inhalación de estos productos podría ocasionar graves efectos adversos”, sentenció la OPS luego de que en algunos países de la región se promoviera su uso atribuyéndoles falsas propiedades curativas para el virus.

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La recomendación abarcó también al hipoclorito de sodio, un desinfectante comercializado como lejía o lavandina doméstica, ambos pueden ser tóxicos si se ingieren.

En tanto, sobre la ivermectina, la OMS subrayó que la única excepción a esta recomendación es para los ensayos clínicos.

Los expertos de la OMS extrajeron sus conclusiones de un total de 16 ensayos clínicos aleatorios con 2.400 participantes, pero algunos de estos ensayos comparaban la ivermectina con otros medicamentos.

La recomendación de la OMS, la primera sobre la ivermectina, se suma a la de la Agencia Europea del Medicamento, que tampoco aconseja su uso salvo en ensayos clínicos, al igual que la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE. UU. (FDA).

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Esta recomendación corre el riesgo de provocar escepticismo y enfado entre los numerosos defensores de este medicamento de uso veterinario y humano, que se utiliza contra parásitos como la sarna, los piojos o los que provocan la oncocercosis.

El éxito de este medicamento viene en particular de un estudio australiano publicado a inicios de 2020 que observó una eficacia in vitro, es decir, en el laboratorio, de la ivermectina sobre el SARS-CoV-2.

La ivermectina es barata y ya se utiliza a menudo en algunos países de América Latina, entre otros, y comparte algunas características con la hidroxicloroquina, que defienden ciertos médicos y personalidades políticas, a pesar de que su eficacia no ha sido demostrada y de que un importante ensayo clínico llegó a la conclusión de que no tiene ningún efecto.

Mientras, medicamentos antivirales como el favipiravir, el merimepodib, la dexametasona y la clofamizina también se están usando para tratar el COVID-19.

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Según estudios, el corticosteroide dexametasona, usado para tratar ciertas formas de artritis y cáncer, reduce en el 30% el riesgo de muerte en las personas que están en respirador y en el 20% en las personas que necesitan oxígeno complementario por el COVID.

En el caso de la clofamizina, un fármaco utilizado para tratar la lepra, estudios han demostrado que es eficaz contra el virus en células humanas y hámsteres.

La clofamizina puede tomarse por vía oral y cuyo costo de fabricación es bajo lo que lo convierte en un candidato potencialmente atractivo para tratar el COVID-19.

Según los estudios, este fármaco es capaz de inhibir la replicación de dos coronavirus (el SARS-CoV-2 y el MERS-CoV de Oriente Medio) en cultivos celulares humanos y de mono y en tejido pulmonar humano.

En tanto, mientras avanza la vacunación, la farmacéutica Pfizer anunció días atrás que inició un ensayo clínico en EE. UU. para ver la efectividad de un fármaco que combate el COVID-19 y que se administra por vía oral.

En un comunicado, Pfizer explicó que su fármaco, llamado PF-07321332, ha demostrado en estudios in vitro ser un “potente inhibidor de proteasas con actividad antiviral contra el SARS-CoV-2” y otros coronavirus, lo que sugiere su “potencial” para el tratamiento del COVID-19 y otras “amenazas”.

Pfizer, desarrollador de una de las vacunas anti-COVID junto con la farmacéutica alemana BioNTech, indicó que dará más detalles de su nuevo fármaco el 6 de abril. (I)

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