Las restricciones que el coronavirus ha obligado a imponer ya varias veces en Europa y el resto del mundo afectarán por segundo año seguido a la Semana Santa en el Vaticano.

La ausencia de los miles de fieles que normalmente llenaban la Plaza de San Pedro y el Coliseo en la Semana Mayor marcará la celebración este año, al igual que en 2020; por lo que, ante este escenario, las ceremonias litúrgicas se desarrollarán con una presencia limitada de fieles en el “respeto de las medidas sanitarias previstas”, según la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

“Hemos entrado en la Semana Santa. Por segunda vez vivimos en el contexto de la pandemia. El año pasado estábamos más conmocionados, este año estamos más afectados. Y la crisis económica se ha agravado”, setenció el papa Francisco durante la misa de Domingo de Ramos.

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Este viernes a las 18:00 tendrá lugar la celebración de la Pasión del Señor, y tres horas más tarde el pontífice presidirá el Vía Crucis en la Plaza de San Pedro, que este año tendrá en las distintas estaciones dibujos hechos por niños de entre 3 y 8 años relacionados con sus propias experiencias cotidianas, según informó el director de la Oficina de Prensa, Matteo Bruni.

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La oficina también informó que la vigilia pascual en la noche santa se celebrará el Sábado Santo desde las 19:30, bajo medidas de bioseguridad; y para el Domingo de Pascua y de Resurrección la tradicional misa se celebrará a las 10:00. Al final de la santa misa, el papa impartirá la bendición urbi et orbi (a la ciudad y al mundo) desde la basílica de San Pedro, durante la cual lanza un mensaje a los católicos y recorre los conflictos que azotan al mundo.

Las medidas actuales impiden también que los peregrinos se reúnan en la plaza de San Pedro.

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La imagen extraordinaria y solitaria de Francisco en medio de la plaza vacía durante el urbi et orbi fue el emblema el año pasado en los primeros meses de la pandemia. El líder de los 1.300 millones de católicos habló de “la hora más oscura” y lanzó un mensaje de esperanza en el que comparó los tiempos actuales con los que experimentaron los seguidores de Jesús después que lo crucificaron.

El año pasado, el papa Francisco dio en solitario la bendición 'urbi et orbi' desde la plaza de San Pedro. Foto: ARCHIVO

En tanto, el Vaticano anunció días atrás que tiene como objetivo vacunar durante esta Semana Santa a 1.200 personas pobres y marginadas, ya que son “las más expuestas al virus por su condición”.

“Durante la Semana Santa, dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech, compradas por la Santa Sede y suministradas por el Hospital Lazzaro Spallanzani, a través de la Comisión Vaticana COVID-19, se destinarán a vacunar a 1.200 personas entre las más pobres y marginadas, que son las más expuestas al virus por su condición”, explicó la Limosnería Apostólica, oficina que ejerce la caridad en nombre del papa.

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Para la vacunación, la Santa Sede adecuó instalaciones dentro del Aula Pablo VI del Vaticano. La vacuna es la misma que ya fue administrada al papa y a sus colaboradores.

Esta medida pretende “concretar los llamamientos del papa Francisco para que nadie quede excluido de la campaña de vacunación anti-COVID-19″, según la Limosnería Apostólica.

La Dirección Sanitaria y de Higiene de la Ciudad del Vaticano reservó cerca de 10.000 vacunas de la compañía farmacéutica Pfizer para su campaña de vacunación entre sus cerca de 3.000 empleados y 800 residentes.

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El papa argentino, de 84 años, acostumbrado a recibir multitudes, estrechar la mano de los fieles y besar a los niños, redujo significativamente sus apariciones públicas desde el inicio de la pandemia.

Francisco se ha visto obligado a celebrar audiencias y rezar el ángelus desde su biblioteca privada; pero, tras recibir en febrero la segunda dosis de la vacuna de Pfizer, pudo viajar a Irak a inicios de marzo. (I)